viernes, 21 de noviembre de 2008

Ah, antes de que se me olvide.

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Con motivo de la celebración del 20 de noviembre, día mundial de la filosofía según la UNESCO, asistí a una charla donde se debía tratar la situación actual de la filosofía y las razones de su maridaje con la popular ciudadanía. La ponencia resultó amena, rigurosa y esclarecedora. La referencia al Conflicto de las facultades de Kant y la alusión al poderoso no poder de la filosofía. El poder de la razón -de la crítica, de la verdad- es el poder que puede esgrimir la facultad menor –la filosofía- frente a las facultades mayores, teología y derecho que ostentan -y se sustentan sobre- el poder de facto, el poder religioso, el poder de los magistrados. Pero ese no-poder –el poder de la razón- como fuerza que interpela por la verdad es una fuerza poderosa. La referencia al manifiesto de la UNESCO que proclama el valor de la filosofía y el derecho de los ciudadanos a la filosofía, y exige que los estados potencien la filosofía allí donde existe, y la fomenten allí donde aún no se da. Estas referencias al maestro de Königsberg y a la prestigiosa UNESCO consiguieron conmoverme, sin rastro de ironía, noté la piel de gallina y alguna lagrimilla pugnando y al final contenida.

La ponencia siguió próxima al camino seguro de la ciencia cuando se abordó el meollo de la cuestión: el juego de fuerzas que había dado lugar a la LOE y a aquel primer borrador con el que el prácticamente se ponía fin a la andadura de la filosofía por la enseñanza media española, las inmediatas protestas y las negociaciones hasta conseguir su supervivencia como “filosofía y ciudadanía”. Entre las causas para la aparición de esta nueva materia y el menoscabo de la filosofía parecen encontrarse la constatación por rigurosos estudios europeos de un descrédito general de las instituciones políticas ante los ojos de los europeos, especialmente entre los jóvenes -se citaron cifras y datos verdaderamente preocupantes- .La citada materia se enmarca dentro de un proyecto para paliar este problema e intentar recuperar el crédito y confianza en las instituciones; en España a esto se une una desconfianza histórica del progresismo español hacia ciertos aspectos esenciales de la filosofía: metafísica, teoría del conocimiento, que identifican con antiguallas y restos del pasado; se habló también de algunas líneas de identificación ideológica del partido socialista con el llamado “ciudadanismo”, el interés de facultades poderosas como la facultad de derecho, sociología, políticas, por hacerse un hueco en la enseñanza secundaria, las pugnas entre distintos grupos de poder dentro del panorama filosófico español: “los prácticos” -filosofía del derecho y ética- frente a "los teóricos"–metafísica, teoría del conocimiento, filosofía de la ciencia-. Todas estas razones fueron desgranadas durante cerca de dos horas, y sirvieron a una comprensión fundamentada en los hechos de lo que previamente la mayoría habíamos intuido con ayuda del análisis lógico y cierta sensibilidad olfativa para la sospecha.

Pero llegó el turno de preguntas y con él vino el giro copernicano, la posesión diabólica, o el rapto de la Carlos III y la miríada psicopedagógica. Insistimos en la hipótesis de la posesión o del rapto porque no tenemos dudas acerca de la buena intención de nuestro amable y lúcido ponente. De repente en atención a las preguntas llegó un aluvión de propuestas: condenas al busto parlante, recomendación de “tics” y predicación de la filosofía en parques, cafés y en programas de divertimento para ociosos prejubilados, organización y fomento de cursos sobre ciudadanía. En este momento mi mirada vagó entre los asistentes buscando signos: cruces, ojos en blanco, espumas, retorcidas cabezas.. pero me encontré con algunas cabezas inclinadas y algunos arrobamientos. Y yo, que unos minutos antes estaba abominando de la dichosa materia, me veía asistiendo, recomendando, organizando, fomentando múltiples cursillos de ciudadanía.

El ponente acabó haciendo una valoración optimista de la situación. Pero no me tranquilizó. Inquieto, me parecía que por doquier habían asomado en legión los demonios. Un poco más tarde, más relajados y festivos con un par de cervezas, un amigo me confesó haber sido también testigo admirado de la conversión.

La conciencia compartida de la comicidad no pudo sin embargo disipar el sabor amargo y la inquietud del despertar.

Todavía hoy me pregunto perplejo: ¿qué fue lo que pasó?

jueves, 20 de noviembre de 2008

Día mundial de la filosofía



¡QUÉ MONADA!


Le dio por la felicidad,
le dio por la verdad,
le dio por la eternidad,
¡miradlo!

Apenas distinguió entre realidad y sueño,
apenas comprendió que él era él,
apenas chapuceó con su mano nacida de una aleta
una piedra de lumbre y una nave espacial,
capaz de ahogarse en una cucharada de océano,
poco gracioso incluso para la vacuidad,
sólo ve con sus ojos,
sólo oye con sus oídos,
su gran logro lingüístico es el condicional,
usa su razón para increpar a la razón,
en una palabra: es un cero a la izquierda,
pero por la cabeza le rondan la libertad, la omnisciencia y el ser
fuera de la carne tonta,
¡miradlo!

Porque parece existir,
haber llegado a ser de veras
bajo una de las estrellas provincianas.
Vivaz y bastante movedizo a su manera.
pese a ser un bastardo de un cristal
está harto estupefacto.
Pese a haber vivido una infancia difícil entre las necesidades de
la manada
no está mal individualizado. ¡Miradlo!

¡Adelante, aún por un instante,
por un abrir y cerrar de una menuda galaxia.
Que por fin se vea a grandes rasgos
quién será, dado que existe.
Porque es tenaz.
Muy tenaz, a decir verdad.
Con ese aro en la nariz, con esa toga, con ese jersey.
En fin, es una monada.
Pobrecito.
Todo un hombre.

Wislawa Szymborska


sábado, 15 de noviembre de 2008

Tinta de calamar


y los espejos que trabajan afanosos

aunque no mire nadie.

Wislawa Szymborska.


La tecnología no puede resolver ni un solo problema educativo. Es sencillamente un recurso. Un ordenador, una conexión a Internet, un aula con las mejores y más avanzadas tecnologías puede ayudar a camuflar durante unas semanas una mala práctica docente. Pero un buen profesional lo es con independencia de los recursos materiales, porque es capaz de adaptar su práctica a los recursos de los que dispone y, por el contrario, un mal profesional lo seguirá siendo aunque le proporciones los mejores recursos materiales.

Personalmente me inclino a pensar que no existe ninguna “enseñanza tradicional” como algo que posea alguna esencia. La tradición es lo que viene ocurriendo desde Atenas con Sócrates, Platón... lo que más tarde se hizo en cortes y abadías, y después vendría el renacimiento y la ilustración y la deconstrucción y el posmodernismo, es decir cosas muy diversas. Lo que se quiere ver como nuevas pedagogías no son mas que nuevas – y las más de las veces viejas- ideas, métodos o enfoques que en tanto que se muestren eficaces se sumarán a la tradición. Pero no se es mejor enseñante por profesar uno u otro enfoque. Ni se enseñan mejor las matemáticas, ni la historia, ni la filosofía por ser un experto conocedor de la psicología evolutiva, del psicoanálisis o de la pedagogía de la liberación.

Lo que llamamos nuevas tecnologías se incorporará, sin ninguna duda, a la práctica docente, de la misma manera que nadie escribe hoy con plumas de ave. Pero esa incorporación no resolverá ningún problema educativo. Ni en sí misma supondrá ninguna mejora en el sistema educativo. Sabemos que todo fluye y nada permanece, la realidad cambia y el tiempo no se detiene. Pero el movimiento no es necesariamente una mejora. No se escriben mejores novelas con un potente MAC que con BIC de punta fina.

Y volviendo al aquí y al ahora, nuestro sistema educativo tiene muchas deficiencias, pero estas no se resuelven con grandes ni bonitas palabras, con nuevas o viejas pedagogías, ni con intoxicaciones políticas o ideológicas. Tinta de calamar.

Pero se me ocurre una forma de mejorar nuestro sistema educativo: valorar el correcto hablar y escribir, la literatura, la historia, el arte, la gimnasia, las matemáticas, la filosofía, la física, la biología... eso más un poquito de prudencia y otro de empatía. Con todo esto, creo quedaría más que bien educada la ciudadanía.

Y acabada la jornada escolar estaría bien que se le facilitase al ciudadano el que pudiese acudir a la iglesia, al club de ajedrez, a la sinagoga, a la autoescuela, a la asociación de senderismo, al Ejército de Salvación, a Génova o Ferraz, a la playa, a la mezquita, al parque de atracciones, al cine, al pediatra y al psiquiatra, al homeópata y al dietista, a la comparsa y al casal, a la verbena o a pescar.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

No es verdad

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Tampoco es verdad (Manifiesto que no solo firman docentes, padres y alumnos, sino hasta sujetos tan notorios, populares, y un tanto vaporosos, como la ciudadanía en general)

Por nuestra parte: saludos a la afición en general.

sábado, 8 de noviembre de 2008

De ciudadanos, ermitaños, salteadores de caminos... y otros solitarios.


Recogemos hoy la culminación del artículo que comentamos en el último post:
La caridad del estado y la limosna del desarrollo personal”

“La escuela es más que un proveedor de desarrollo personal: es un mecanismo de cohesión social”

A primera vista, como casi todo lo que sale de la mente/boca de los próceres de la pedagogía oficial, asemeja ser una verdad de Perogrullo, una simpleza elevada a dogma. Pero no, no es así: es la propagación con carácter pandémico de la verborrea oficial, que se ha convertido en segunda naturaleza de nuestro sistema de enseñanza, lo que nos imposibilita reparar en la iniquidad esencial a muchos de estos discursos, (propiedad que le salta la vista a cualquier anacoreta) que, por cierto, van camino de convertir -los discursitos, no los anacoretas- nuestra enseñanza en una escombrera... y aunque uno no es precisamente un meapilas, justo es reconocer la verdad de aquel aserto: “por sus obras los conoceréis”. Pero dejemos las obras y volvamos a las nada inocentes palabras; pues como quien no quiere la cosa al desarrollo personal se le añade aparte , como algo de naturaleza diferente -y casi antitético-, el colofón de la cohesión social, como quien pone la guinda en un pastel de merengue. Y uno lo lee y se queda tan tranquilo.

Pero veamos, ¿de dónde procede la cohesión social?. Me parece que de aquello que fomenta el desarrollo personal; de la ciencia, de la literatura, del arte. De la racionalidad y la cultura, en suma, y no de ideología barata.

¡Ay! ¡Cuánta necesidad tenemos los ciudadanos y la ciudad, de los bosques, de los ermitaños, de los solitarios... y hasta de los salteadores de caminos!