Con motivo de la celebración del 20 de noviembre, día mundial de la filosofía según la UNESCO, asistí a una charla donde se debía tratar la situación actual de la filosofía y las razones de su maridaje con la popular ciudadanía. La ponencia resultó amena, rigurosa y esclarecedora. La referencia al Conflicto de las facultades de Kant y la alusión al poderoso no poder de la filosofía. El poder de la razón -de la crítica, de la verdad- es el poder que puede esgrimir la facultad menor –la filosofía- frente a las facultades mayores, teología y derecho que ostentan -y se sustentan sobre- el poder de facto, el poder religioso, el poder de los magistrados. Pero ese no-poder –el poder de la razón- como fuerza que interpela por la verdad es una fuerza poderosa. La referencia al manifiesto de la UNESCO que proclama el valor de la filosofía y el derecho de los ciudadanos a la filosofía, y exige que los estados potencien la filosofía allí donde existe, y la fomenten allí donde aún no se da. Estas referencias al maestro de Königsberg y a la prestigiosa UNESCO consiguieron conmoverme, sin rastro de ironía, noté la piel de gallina y alguna lagrimilla pugnando y al final contenida.
La ponencia siguió próxima al camino seguro de la ciencia cuando se abordó el meollo de la cuestión: el juego de fuerzas que había dado lugar a la LOE y a aquel primer borrador con el que el prácticamente se ponía fin a la andadura de la filosofía por la enseñanza media española, las inmediatas protestas y las negociaciones hasta conseguir su supervivencia como “filosofía y ciudadanía”. Entre las causas para la aparición de esta nueva materia y el menoscabo de la filosofía parecen encontrarse la constatación por rigurosos estudios europeos de un descrédito general de las instituciones políticas ante los ojos de los europeos, especialmente entre los jóvenes -se citaron cifras y datos verdaderamente preocupantes- .La citada materia se enmarca dentro de un proyecto para paliar este problema e intentar recuperar el crédito y confianza en las instituciones; en España a esto se une una desconfianza histórica del progresismo español hacia ciertos aspectos esenciales de la filosofía: metafísica, teoría del conocimiento, que identifican con antiguallas y restos del pasado; se habló también de algunas líneas de identificación ideológica del partido socialista con el llamado “ciudadanismo”, el interés de facultades poderosas como la facultad de derecho, sociología, políticas, por hacerse un hueco en la enseñanza secundaria, las pugnas entre distintos grupos de poder dentro del panorama filosófico español: “los prácticos” -filosofía del derecho y ética- frente a "los teóricos"–metafísica, teoría del conocimiento, filosofía de la ciencia-. Todas estas razones fueron desgranadas durante cerca de dos horas, y sirvieron a una comprensión fundamentada en los hechos de lo que previamente la mayoría habíamos intuido con ayuda del análisis lógico y cierta sensibilidad olfativa para la sospecha.
Pero llegó el turno de preguntas y con él vino el giro copernicano, la posesión diabólica, o el rapto de la Carlos III y la miríada psicopedagógica. Insistimos en la hipótesis de la posesión o del rapto porque no tenemos dudas acerca de la buena intención de nuestro amable y lúcido ponente. De repente en atención a las preguntas llegó un aluvión de propuestas: condenas al busto parlante, recomendación de “tics” y predicación de la filosofía en parques, cafés y en programas de divertimento para ociosos prejubilados, organización y fomento de cursos sobre ciudadanía. En este momento mi mirada vagó entre los asistentes buscando signos: cruces, ojos en blanco, espumas, retorcidas cabezas.. pero me encontré con algunas cabezas inclinadas y algunos arrobamientos. Y yo, que unos minutos antes estaba abominando de la dichosa materia, me veía asistiendo, recomendando, organizando, fomentando múltiples cursillos de ciudadanía.
El ponente acabó haciendo una valoración optimista de la situación. Pero no me tranquilizó. Inquieto, me parecía que por doquier habían asomado en legión los demonios. Un poco más tarde, más relajados y festivos con un par de cervezas, un amigo me confesó haber sido también testigo admirado de la conversión.
La conciencia compartida de la comicidad no pudo sin embargo disipar el sabor amargo y la inquietud del despertar.
Todavía hoy me pregunto perplejo: ¿qué fue lo que pasó?
La ponencia siguió próxima al camino seguro de la ciencia cuando se abordó el meollo de la cuestión: el juego de fuerzas que había dado lugar a la LOE y a aquel primer borrador con el que el prácticamente se ponía fin a la andadura de la filosofía por la enseñanza media española, las inmediatas protestas y las negociaciones hasta conseguir su supervivencia como “filosofía y ciudadanía”. Entre las causas para la aparición de esta nueva materia y el menoscabo de la filosofía parecen encontrarse la constatación por rigurosos estudios europeos de un descrédito general de las instituciones políticas ante los ojos de los europeos, especialmente entre los jóvenes -se citaron cifras y datos verdaderamente preocupantes- .La citada materia se enmarca dentro de un proyecto para paliar este problema e intentar recuperar el crédito y confianza en las instituciones; en España a esto se une una desconfianza histórica del progresismo español hacia ciertos aspectos esenciales de la filosofía: metafísica, teoría del conocimiento, que identifican con antiguallas y restos del pasado; se habló también de algunas líneas de identificación ideológica del partido socialista con el llamado “ciudadanismo”, el interés de facultades poderosas como la facultad de derecho, sociología, políticas, por hacerse un hueco en la enseñanza secundaria, las pugnas entre distintos grupos de poder dentro del panorama filosófico español: “los prácticos” -filosofía del derecho y ética- frente a "los teóricos"–metafísica, teoría del conocimiento, filosofía de la ciencia-. Todas estas razones fueron desgranadas durante cerca de dos horas, y sirvieron a una comprensión fundamentada en los hechos de lo que previamente la mayoría habíamos intuido con ayuda del análisis lógico y cierta sensibilidad olfativa para la sospecha.
Pero llegó el turno de preguntas y con él vino el giro copernicano, la posesión diabólica, o el rapto de la Carlos III y la miríada psicopedagógica. Insistimos en la hipótesis de la posesión o del rapto porque no tenemos dudas acerca de la buena intención de nuestro amable y lúcido ponente. De repente en atención a las preguntas llegó un aluvión de propuestas: condenas al busto parlante, recomendación de “tics” y predicación de la filosofía en parques, cafés y en programas de divertimento para ociosos prejubilados, organización y fomento de cursos sobre ciudadanía. En este momento mi mirada vagó entre los asistentes buscando signos: cruces, ojos en blanco, espumas, retorcidas cabezas.. pero me encontré con algunas cabezas inclinadas y algunos arrobamientos. Y yo, que unos minutos antes estaba abominando de la dichosa materia, me veía asistiendo, recomendando, organizando, fomentando múltiples cursillos de ciudadanía.
El ponente acabó haciendo una valoración optimista de la situación. Pero no me tranquilizó. Inquieto, me parecía que por doquier habían asomado en legión los demonios. Un poco más tarde, más relajados y festivos con un par de cervezas, un amigo me confesó haber sido también testigo admirado de la conversión.
La conciencia compartida de la comicidad no pudo sin embargo disipar el sabor amargo y la inquietud del despertar.
Todavía hoy me pregunto perplejo: ¿qué fue lo que pasó?