domingo, 1 de febrero de 2009

La clase


Sin mucho entusiasmo y con bastante recelo acudí a ver La clase. Personas, cuyo juicio me merecen confianza, y la unanimidad de la crítica me la recomendaban, pero no parece el más sensato de los planes, con el fragor de las aulas todavía resonando, comenzar el fin de semana entrando en un instituto francés de barrio periférico. Desoyendo a mi demonio interior pagué los trece euros y entré en el cine.

Durante bastante minutos, con la película avanzando, estuve valorando la posibilidad de abandonar la sala, y cambiar el instituto francés por una cervecita y unas gambitas al ajillo. Había, sin embargo, desembolsado trece euros, estaba acompañado, y por otra parte sólo recuerdo haber abandonado el cine dos veces en mi vida, con “Sexo en tres dimensiones” en los tiempos de estudiante [del sonrojo que me produjo mirar hacia atrás y ver al escaso público pertrechado con las gafas para visión tridimensional, mientras las actrices arrojaban piezas de lencería produciendo el efecto de que iban a salir de la pantalla para caer entre las butacas -no hace falta que describa otros efectos similares], No recuerdo el nombre de la otra película que no conseguí acabar, pero era una laureada película alemana –en la que podían pasar tranquilamente quince minutos mientras una bicicleta cruzaba un paso a nivel-, y todo esto ocurría en un pequeño cine donde las butacas de escai rojo se pegaban a la espalda a más de 30 grados de temperatura. Y entre los hechos heroicos recuerdo haber soportado varias horas en los rocosos asientos del cine Flumen mientras en la pantalla discurría Don Giovanni en la versión de Joseph Losey.

Resistí pues, y no lo lamento: creo que la película es un excelente test de Rorschach, que recomendaría a todas las personas relacionadas con la educación y cuyo comentario nos diría mucho acerca de su concepción de ésta. No voy a narrarles la trama, pues no deseo quitarles el placer de disfrutar del descubrimiento de esta, a mi juicio, excelente película. Sólo apuntar unas breves impresiones.

A pesar del innegable paralelismo entre la situación francesa y española, existen notables diferencias:

Sorprendente me resultó la prohibición del tuteo, el hecho de que los alumnos se levantasen con la entrada del director me sorprendió menos, pues alguna cosa había comentado Sarkozy al respecto. En general me pareció que el sistema educativo francés es mucho menos condescendiente que el español. La película trasmite también una valoración positiva del profesorado, como profesionales esforzados, sensatos, y, dentro de lo posible, eficientes. Un visión muy, pero que muy lejana de la consideración del profesorado español, no sólo desde fuera, sino de las propias autocríticas culpabilizantes y casi siempre trenzadas con acusaciones y descalificaciones. Ya me diréis cómo creéis que habría quedado el incidente del profesor con las dos alumnas en España.

Si tuviese que extraer una moraleja de la película sería que la supuesta “democratización” de la escuela, y de las relaciones entre alumno y profesor, deja al alumno desvalido ante sus propios abusos. "Democratización" que pretende justificarse con valores como la igualdad y la eliminación de abusos de autoridad, pero que no es más que una concesión enmascarada al clientelismo político. La relación entre los propios alumnos se constituye como una relación tiránica, verdugo-víctima. En descargo del profesorado francés, la película sugiere que se trata de una imposición política -o social- a la que no da bula, ni justifica.

Una película, en definitiva, interesante, sin idealización ni melodrama. Un espejo donde estudiarse. La confesión final de una estudiante me dejó un enigma que espero me ayudéis a resolver.

7 comentarios:

Joselu dijo...

He visto La clase y coincido con algunas de tus apreciaciones como la de la menor condescendencia del sistema educativo francés, el mayor énfasis en el respeto (la prohibición del tuteo, el levantarse cuando entra el director), la buena consideración del trabajo del profesorado a diferencia del autoflagelante criterio que existe por aquí de que somos los profesores los culpables de todo lo que pasa en la escuela(hay eminentes blogs que se dedican a predicarlo. También hay por aquí telepredicadores del estilo de Savonarola). Hace unas semanas hablé de un reportaje emitido por la televisión sueca titulado El sustituto en que se mostraba un estado más conflictivo en el aula ante la llegada del un profesor sustituto que el que presentaba La clase. Esa democratización deja indefensos -como dices- a los mismos alumnos ante sus iguales. Algo que me sorprende -añadido a la falta de respeto hacia los profesores en muchos alumnos- es que chavales que provienen de culturas como la africana, latinoamericana y la magrebí donde claramente se les castiga físicamente a los niños y adolescentes, cómo asimilan los modelos de comportamiento indisciplinado e irrespetuoso que existen por aquí. Y es que los profesores tenemos nuestra autoridad quemada, y nuestra propia autoestima más bien baja. Veo en esa combustión de la autoridad que se plantea en La clase una circunstancia común a lo que pasa en España, Francia o Suecia. La impresión que saqué de esta no edulcorada película es la de la soledad del profesor ante la clase. El asunto de llamarlas "fulanas" aquí en España hubiera tenido consecuencias peores que las que se muestra en la película.
La conversación final con la muchacha tímida que reconocía no haber aprendido nada a lo largo del curso creo que fue un toque final semejante al que pueden comentar muchos de nuestros alumnos al acabar el curso. ¿Qué diablos estamos haciendo, pues? No sé, la película me gustó, pero me mostró que ese achicharramiento de la autoridad es universal. Podrían haberse cargado más las tintas en la película, pero por fin veo un filme en que la realidad educativa no es transformada por un profesor brillante que cambia totalmente a sus alumnos.

Luis González dijo...

La escuela es una entidad tan olvidada(por la Gran Política)y modificada (por la legsilación y la erosión) que, como decía Rousseau de la naturaleza, es ya irreconocible. La clase: creo que hay que luchar por ese espacio, por mantener una dignidad en el mismo y no dejar que se arrastre por la polémica de la escuela. Quizás debamos plantearnos la cuestión diciendo adiós a la pedagogía y diciendo hola a la micropolítica (gestión de relaciones de poder). O quizás esta tentativa de huida hacia lo interior sea aprovechada por el Señor de la Historia para acabar de diluirnos, convirtiéndonos en "Master of Ceremonies, MC" de la fiesta hedonista. Profe-rap/pop - sores.
Un saludo

Serenus Zeitbloom dijo...

Golfas, Joselu, las llamó golfas. El tema de la autoridad es esencial en la película, recuerdo el momento en que vemos alejarse por el patio al alumno expulsado con su madre, a la que sigue unos metros por detrás... –la distancia que no hay en la escuela.
Efectivamente en la película no hay drama, hay una pérdida, un olvido... y el resto sigue, quizá el próximo otoño volverá con una sombra más, todavía imperceptible.

Lug, qué gozoso me sumaría a ese adiós a la pedagogía¡ adiós a los sembradores de sal, qué vuelvan los poetas¡

Joselu dijo...

En la versión original subtitulada que vi yo aparecía el adjetivo de fulanas reiteradamente. Supongo que es una cuestión de una traducción o un doblaje u otro. Los matices entre golfas o fulanas no son muy distantes. Ellas entendieron que lo que se les estaba llamando es prostitutas. Lo cierto es que cuando hablas con tus alumnos has de tener un cuidado exquisito con los términos que utilizas, o los gestos que haces. El otro día estaba reconviniendo a una alumna por su actitud y desde lejos y sentado a mi mesa levanté las manos con la palmas abiertas hacia ella, sin ningún ánimo ofensivo o intimidatorio, y ella me dijo que no le levantara la mano. Es proceloso la utilización de cualquier adjetivo o comentario, porque los matices académicos no los entienden -porque no prestan atención- pero sí que hilan muy fino en lo referente a su honor personal. Hay que ser extremadamente cuidadoso. Entiendo el enfado del profesor ante la actitud que mantuvieron aquellas dos alumnas en la Junta de Evaluación. Un territorio minado, sin duda.

eduideas dijo...

Coincido en que parece que en Francia admiten menos faltas de respeto. De hecho lo que me pareció más artifical de la película es que en ningún momento hablan dos personas a la vez, ni siquiera enmedio del conflicto, algo impensable en nuestras aulas.

Anónimo dijo...

Sin duda, es una de las mejores pelis que he visto últimamente y desde que ví "Ser y tener" de Nicolas Philibert que no sentía que el sistema educativo estaba mejor analizado.

También he hecho mi opinión personal a cerca de La Clase. Se puede leer completa en: http://www.calcuadrado.es/?p=1137

Serenus Zeitbloom dijo...

Migue

Muy interesante -y bien informado- el post en tu blog sobre La Clase.
Gracias por la información