
Convocado por Plataforma en defensa de la filosofía
Cada mañana hay que atravesar toda la escoria muerta para llegar al núcleo cálido y vivo. Ludwig Wittgenstein.
Wittgenstein
La única necesidad estricta es, pues, la necesidad lógica. ¿Son las leyes naturales entonces puramente accidentales o contingentes? Sí. En varios sentidos:
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Toda la moderna concepción del mundo se funda en la ilusión de que las llamadas leyes de la naturaleza son las explicaciones de los fenómenos naturales.
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Así, la gente se aloja hoy en las leyes de la naturaleza, tratándolas como algo inviolable, justo como Dios y el Destino, fueron tratados en época pasadas.
Y, de hecho, ambos tienen razón y no la tienen: aunque la opinión de los antiguos es más clara en cuanto tiene un límite claro y reconocido, mientras el sistema moderno intenta que parezca como si todo estuviera explicado.
La lógica, al contrario que cualquier otra ciencia, no trata de hechos, ni de una determinada clase de hechos. Existen hechos y objetos naturales, históricos, sociales, psicológicos, ¿matemáticos?... No hay hechos ni objetos lógicos.
La relación entre dos hechos –necesidad natural- no es un nunca una necesidad lógica.
Los hechos no pueden nunca verificar ni negar una necesidad lógica.
La realidad del mundo expresa su posibilidad lógica. Su necesidad o su imposibilidad no puede establecerse desde fuera a priori.
Al leer a Wittgenstein tengo la impresión de que a él no le preocupaba el hacerse entender por el lector. No creo que esto fuese motivado por alguna especie de orgullo o de desprecio, lo que me sugiere es que Wittgenstein al escribir intentaba exponer lo más claramente posible sus pensamientos por pura necesidad personal –lo que apenas conseguía con un grandísimo esfuerzo- y cuando conseguía esa claridad dejaban de interesarle. La escritura es para Wittgenstein la puesta en claro de su pensar, o mejor el pensar mismo expuesto en su forma más nítida y perfecta.
Esos pensamientos eran valiosos para él mismo. Si esos pensamientos contenían algo valioso para el mundo era un asunto que no concernía a él decidir –aunque desde luego él así lo debía considerar, puesto que los sometía al público. Y debía pensar que aquellos que los considerasen valiosos se encargarían de hacerlos llegar al mundo. Esta es la labor de gente como Mounce, cuya Introducción al Tractatus de Wittgenstein leo en estos días de capuchinos.
bandadas de pájaros en torno a la catedral
un rumor constante de juventud y verano
luego
todo se tornaba sucio y escaso
las flores en azarosos hierbajos
la incipiente lengua en algo incomprensible
y lejano
los hombres temblaban
parlanchines o silenciosos
no eran menos humanos.
Sr Rodríguez Zapatero:
Debería plantearse el echar un detenido vistazo a la educación. Si durante estos próximos cuatro años continúa la misma tónica del “todo va bien” y continúa dejando la planificación educativa en esos expertos pedagógicos movidos por el resentimiento hacia el conocimiento y la inteligencia, y por el desprecio hacia los contenidos de las disciplinas científicas –o humanísticas- y por el ninguneo a aquellos que deben trasmitirlos, la sociedad española va a ser profundamente dañada –ya lo está, pero nunca se toca el fondo pues no lo hay. En sus manos está invertir este proceso, quizá el problema más grave de España en este momento, aunque no venda, ni sea tan espectacular, ni capaz de volcar la atención de un país como otros.
Revise –ya sabemos que es difícil reconocer errores- esa Educación para la Ciudadanía que no tendrá –tal y como de momento está establecida- otro resultado que mutilar y deteriorar la disciplina de filosofía en bachiller y la Ética en la ESO. Plataforma en defensa de la filosofía.
Eche un detenido vistazo, échelo.
Ándele valiente, ándele.
La corbata y su nudo, la mirada perdida, el carraspeo, el trabucarse, la sonrisa, las cejas, las babas, otra sonrisa, otra corbata, otra mirada y carraspeo, más sonrisas, más babas, cartelitos, porcentajes, otros pero diferentes. Tú más, no, tú. Más sonrisas, miradas, mandíbulas apretadas, más porcentajes acompañados de otros diferentes, más cartelitos. El gesto airado y la sonrisa. La niña y las buenas noches. Los ecos; aplausos, fotos y sonrisas.
Un rojo obsceno tiñe la pantalla.