lunes, 28 de mayo de 2007

Se acabó la diversión.

Acabó la fiesta: ¡como siempre! todos tan felices de puertas para afuera, mañana se esfumará la euforia. Desgraciadamente el ciudadano corriente volverá a su insignificancia, pues ya otorgó lo que tanto le solicitaban -dejó su cuidado entres las azucenas olvidado- Aunque no será larga la espera, en unos meses volverá el cortejo; al patito feo le pedirán bailar.

No seamos tan facilones; hagámosnos de rogar antes de conceder el baile, es responsabilidad nuestra -del ciudadano- exigir que se hable de los problemas, entre ellos: la educación.

viernes, 25 de mayo de 2007

Hermenéuticas. Lenguaje, salud y libaciones al Sol.

Hoy les pido, si fuesen tan amables, que me ayuden a entender ciertas cosas que repetidamente escucho, leo y que no dejan por ello de sorprenderme:

"El profesor no debe ser un simple transmisor de conocimientos sino un mero orientador"

¿Me lo explican? Lo que aquí me deja absolutamente confundido es la adjetivación; se pasa de ser "un simple" a ser "un mero", y yo, la verdad, no sé si en el camino hemos ganado, perdido o nos hemos quedado tal cual.
Ante tantos galimatías me he hecho el firme propósito de acudir al diccionario cada vez que tenga problemas con la comprensión del lenguaje; esto es lo que he encontrado en el diccionario de la RAE.

Mero.
mero1.
(Quizá del cat. nero, y este del lat. Nero, Nerón, por la crueldad y fiereza que se atribuye a este pez; cf. prov. ant. mero[n]).
1. m. Pez teleósteo marino, del suborden de los Acantopterigios, que llega a tener un metro de largo, con cuerpo casi oval, achatado, de color amarillento oscuro por el lomo y blanco por el vientre, cabeza grande, algo rojiza, boca armada de muchos dientes, agallas con puntas en el margen y guarnecidas de tres aguijones, once radios espinosos en la aleta dorsal, y cola robusta. Vive principalmente en el Mediterráneo, y su carne es considerada como una de las más delicadas.


mero2,
ra.
(Del lat. merus).
1. adj. Puro, simple y que no tiene mezcla de otra cosa. U. en sentido moral e intelectual.
2. adj. Insignificante, sin importancia.


V.
el mero petatero
mero imperio


Simple.
(Del lat. simple, adv. de simplus).
1. adj. Sin composición.

2. adj. Se dice de aquello que, pudiendo ser doble o estar duplicado, no lo es o no lo está. Simple muralla

3. adj. Sencillo, sin complicaciones ni dificultades.

4. adj. Dicho de un traslado o de una copia de una escritura: Que se saca sin firmar ni autorizar.

5. adj. Desabrido, falto de sazón y de sabor.
6. adj. Manso, apacible e incauto. U. t. c. s.
7. adj. Mentecato, abobado. U. t. c. s.


Con estos "materiales" se me abren los siguientes horizontes interpretativos:

Estado inicial:
a)Alguien que de forma sencilla, sin complicaciones ni dificultades trasmite conocimientos.
b) Un desabrido que trasmite conocimientos.
c) Un incauto que transmite apaciblemente conocimientos.
d) El que trasmite conocimientos es un mentecato y abobado.

Estado final:
a)Un ser puro que orienta. -Pureza-
b)Un ser insignificante que orienta. -Humildad-
c)El que orienta sin darle importancia. -Generosidad-
d) ¿Quizá deberíamos reparar en la etimología? ¿Nero, crueldad y fiereza?

Ya me dirán ustedes por dónde andan significantes y significados.

miércoles, 23 de mayo de 2007

La Hoguera. Javier Krahe

En estos días de finales de mayo estamos muy ocupados, estresados, con la imaginación embotada, y como resultado de todo ello este espacio está un poquito desolado.

Pero, curioseando por la blogosfera, muchas veces, nos topamos con cosas que teníamos olvidadas, lo cual siempre produce alegría; como encontrarse con un billete de 20 euros. El último billete ha sido el sarcástico Javier Krahe, del que personalmente yo prefiero esta canción que aquí os dejo, que tiene un “qué sé yo” o un “no sé qué”.



¿Y ustedes qué prefieren?
Yo me tomaré un Red-Bull, que tengo que seguir trabajando.

jueves, 17 de mayo de 2007

Casa tomada. Julio Cortázar.



Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

Julio Cortázar

martes, 15 de mayo de 2007

Una llave en Salónica

Abarbanel, Farías o Pinedo,
arrojados de España por impía
persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo.

Libres ahora de esperanza y miedo,
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo.

Hoy que su puerta es polvo, el instrumento
es cifra de la diáspora y del viento,
afín a esa otra llave del santuario

que alguien lanzó al azul cuando el romano
acometió con fuego temerario,
y que en el cielo recibió una mano.

JORGE LUIS BORGES

Un lector ha aconsejado a Savater que no tire la llave, me ha gustado el poema; muy apropiado a la situación, así que agradezco la referencia y lo publico.

Casa tomada por Fernando Savater

Les reproduzco aquí un seria reflexión de Fernando Savater en el diario digital de Basta Ya sobre el grave problema del País Vasco. Aprovecho para animar a Fernando y tantos otros valientes.

Como no soy jurista –y cada vez entiendo menos el guirigay de quienes lo son- no puedo decir nada relevante sobre la sentencia del Tribunal Supremo que parte salomónicamente por la mitad a ANV, éstos si, aquellos no, pasemisí, pasemisá. Lo único claro es que el brazo político de ETA (que adopta nombres distintos pero practica siempre la misma obediencia) va a estar ampliamente presente en las elecciones y luego en las instituciones vascas, salvo una intervención de última hora del Tribunal Constitucional. Y también resulta indudable que la Ley de Partidos hubiera autorizado otras salidas legales para impedir real y totalmente esa presencia.

Qué no había plazo para una impugnación de ANV? Si usted lo dice, le creeré, pero resulta raro que se nos haya echado el tiempo encima cuando la estrategia de ETA se conoce desde hace meses: primero un partido en clara continuidad con Batasuna como señuelo, luego reactivar la cáscara vacía de otro partido “dormido” en la legalidad y dotarlo milagrosamente de militantes, medios etc…de modo que permita el avance travestido de los de siempre. Larvatus prodeo, que diría Descartes. ¿Qué ANV rechaza desde 1930 el recurso a la violencia? Parece que a estas alturas y mediando un reciente atentado con víctimas habría que exigir un deslinde del terrorismo etarra más explícito a quienes tan a las claras provienen de él: si no le entendí mal, se lo oí decir al propio Fernández Bermejo en una entrevista con Iñaki Gabilondo en la Cuatro.

¡Ah, pero es que lo realmente infumable es la Ley de Partidos! Ahora se oye por todas partes: en el País Vasco lo dicen desde el consejero Azkárraga, ese espejo de juristas, hasta el rejuvenecido Alfonso Sastre, cuyas ideas políticas siempre han sido un poco peores que sus obras de teatro, háganse una idea. Pongo la radio y en la tertulia escucho a un mequetrefe que compara esa ley aprobada por amplia mayoría parlamentaria con las dictadas por Franco: es que prohibe cosas y nuestro héroe es partidario caiga quien caiga (él no caerá, descuiden) del prohibido prohibir. Supongo que de genialidades como ésta le viene el descrédito a Mayo del 68. Acudiendo a fuentes mas serias, me deja perplejo leer en un editorial de “EL PAIS” (7 de mayo) que “es una ley excepcional y de muy problemática aplicación, en la medida en que es limitativa de derechos”. Hombre, muchas leyes limitan derechos… pero siempre los de quienes los utilizan para lesionar o impedir el ejercicio de los de otros. Como explica a continuación el propio editorial, es el caso de quienes impiden la libre competencia democrática apoyando la eliminación física o la intimidación permanente de sus adversarios políticos. La Ley de Partidos defiende el ejercicio de los derechos políticos de todos, menos de los que quieren simultanear política y crimen para ganar a dos bandas. ¿Y “excepcional”? ¿Por qué es excepcional, si no fue dictada por decreto del ejecutivo sino aprobada en la sede legislativa adecuada? Claro que siempre contó con la oposición de los nacionalistas de toda laya y desde luego hoy mantener una ley que contraríe a los nacionalistas es algo realmente excepcional… ¡Ha sido recurrida en el Tribunal de Estrasburgo! Bueno, no sabemos si prosperará el recurso, pero existe algún precedente orientativo. Por ejemplo, cuando se ilegalizó el Partido de la Prosperidad turco –al que pertenecía entonces el islamista Gül y que contaba con seis millones de votos- por apoyar la violencia separatista y atentar contra la laicidad de Estado, el Tribunal de Estrasburgo ratificó tal medida dictaminando que “la democracia representa un valor fundamental en el orden público europeo pero si se demuestra que los responsables de un partido político incitan a la violencia o mediante mecanismos ilegítimos buscan la destrucción de la propia democracia su disolución puede considerarse justificada” (citado por R. Navarro Valls, “Las dos almas de Turquía”, el Mundo, 3-V-07).

Puede ser que la culpa de todo la tenga, en última instancia, el obstruccionismo del PP a la buena voluntad pacificadora gubernamental. Es lo que parece dar a entender, entre otros miles, John Carlin en su artículo “Es la hora de gobernar juntos” (El PAIS, 6-V-07). Compara la oposición inicial de Ian Paisley a sentarse junto al Sinn Feinn, sus actuales socios de gobierno, con declaraciones semejantes de Mariano Rajoy o María San Gil respecto al reconocimiento de Batasuna. Entre otras diferencias que sería obvio señalar (los dos extremos irlandeses en colisión tenían mutuos lazos con grupos violentos, mientras que en España el brote de terrorismo antiterrorista no vino precisamente de los populares), omite Carlin que la intransigencia de Paisley no ha cesado porque sí, sino porque IRA ha entregado las armas y el Sinn Feinn a reconocido finalmente la policía y la magistratura norirlandesas. Puede que el feroz clérigo haya cambiado, pero sólo cuando también han cambiado las circunstancias, tras una suspensión del parlamento autonómico y una renovada actitud de firmeza del siempre oportunista Blair. Muchas cosas pueden objetarse a la política del PP, sin duda, pero ahora que la valiosa y valerosa María San Gil se ha visto apartada momentáneamente de la política por enfermedad, conviene recordar en su honor y en el de su partido que cualquier concejal del PP en el País Vasco ha hecho más por la defensa de las libertades constitucionales de ustedes y mías que todos los intelectuales abajofirmantes que luchan contra la derechización del mundo desde sus cómodos negocios artísticos o académicos.

Aunque duela decirlo y dejando a un lado la pureza de las intenciones iniciales, ejem, lo indudable ya es que el Gobierno de Zapatero ha fracasado en toda regla en el supuesto “proceso de paz”. Una ETA acorralada, políticamente cortocircuitada y que podía haber sido eliminada en año y medio de haber seguido la política conjunta PP-PSOE de finales del ejecutivo anterior (según afirma la policía francesa) se encuentra hoy revitalizada, rearmada y dispuesta a actuar en cualquier momento. Batasuna no ha cambiado ni un ápice sus planteamientos políticos, ha pasado de fuerza marginal y casi mendicante a interlocutor político privilegiado, además de volver como fuerza electoral y recuperar probablemente sus posiciones perdidas en muchos municipios claves para su financiamiento y reafirmación estratégica. Ha aumentado la presencia radical en los medios de comunicación vascos, sigue la coacción sobre los ciudadanos disidentes y desde luego la extorsión a empresarios y profesionales, contra la que por lo visto nada puede hacerse (¿se imaginan lo que sería saber que cientos de empresas, comercios, restaurantes, profesionales, etc… están pagando mensualmente cantidades importantes a Al Qaeda pero que nada puede intentarse penalmente contra ellos porque bastante sufren ya los pobrecillos?). De Juana Chaos se pasea tranquilo por el mundo y dentro de poco tendrá problemas de sobrepeso, por lo que habrá que mandarle a su domicilio para que haga régimen. Y para colmo todo el mundo asume como inevitable que ETA volverá matar. Digo yo que en cuanto acabemos de desvelar las patrañas y mentiras de la supuesta “conspiración” del 11M, habrá que empezar con las del “proceso de paz”. Denunciar a quienes dijeron que no había negociaciones políticas (lean, lean los documentos incautados al Comando Donosti), a los que aseguraban sin enrojecer que Aznar hizo lo mismo, a los que sacaban la foto de las Azores cada vez que se les señalaba la de Patxi López con Otegi, a los que nos contaron las virtudes humanitarias y los efectos salvadores del tratamiento penal a De Juana, por no mencionar a quienes aseguraban que había “indicios borrosos” de la voluntad de ETA de dejar próximamente las armas… La Cuatro podría hacer otro buen reportaje, muy objetivo, sobre este tema y hasta les sugiero un título, más triste pero no menos verdadero que el del anterior: “La victoria de los embusteros”.

Uno de los mejores cuentos de fantasmas que conozco es “Casa tomada”, de Julio Cortázar. En él, una pareja de hermanos mayores y solteros vive en la casa de sus antepasados. Poco a poco, deben ir cerrando habitaciones y bloqueando puertas de las estancias “tomadas” por entidades que no se precisan pero se presienten… hasta que finalmente tienen que abandonar su hogar invadido por el Mal. En el País Vasco, muchos de quienes hemos luchado contra el expansionismo del nacionalismo obligatorio estamos en la misma tesitura. ETA y adláteres ocupan las localidades pequeñas, luego las medianas, luego barrios de las grandes y espacios públicos comunes: nosotros vamos cerrando puertas y retrocediendo. Cada vez con menos apoyos y más críticas de quienes se impacientan por nuestras quejas. Los socialistas vascos por ejemplo nos tienen por “miserables”, cuando no por extremistas de derechas (con el PSE pasa lo que con la Ertzaintza, aunque peor: en sus filas hay gente decente y combativa, pero con los mandos actuales no hay manera). Y aún eso es preferible a los que nos muestran su “solidaridad humana” por las amenazas que sufrimos, para acto seguido criticar la Ley de Partidos o recomendar el diálogo como solución de nuestros males. No, que quede claro: no queremos solidaridad “humana” sino política. La “humana” que se la guarden los simpáticos dónde mejor les encaje…

Y habrá que irse, claro. Ya no podemos hacer más. Ustedes, nuestros conciudadanos, tienen la palabra. Si refrendan electoralmente lo que hasta ahora se viene haciendo, sólo nos queda salir a la intemperie y buscar refugio dónde sea. “Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada”.

Fernando Savater.

Dar la lección

A pocos profesores o maestros se les ocurriría hoy “dar lecciones”. Una pretensión tal sería sin duda tachada de arrogante, trasnochada, antidiluviana, desmotivadora, dogmática, autoritaria, resentida, discriminadora, etc.. por cualquier persona próxima a nuestro sistema educativo.

Hoy un profes@r con recursos debe impartir las unidades pertinentes, eso sí, con sus correspondientes valores, de los que sin duda estarán repletos su materiales.

Sigamos las lecciones de la RAE:

Lección.

(Del lat. lectĭo, -ōnis).

1. f. Lectura (‖ acción de leer).

2. f. Inteligencia de un texto, según parecer de quien lo lee o interpreta, o según cada una de las distintas maneras en que se halla escrito.
3. f. Instrucción o conjunto de los conocimientos teóricos o prácticos que de cada vez da a los discípulos el maestro de una ciencia, arte, oficio o habilidad.
4. f. Todo lo que cada vez señala el maestro al discípulo para que lo estudie.
5. f. Amonestación, acontecimiento, ejemplo o acción ajena que, de palabra o con el ejemplo, nos enseña el modo de conducirnos.

Basta con estos cinco usos para darnos cuenta de la razón que nos asistía para eliminar esta práctica insana de nuestro sistema educativo y sustituirla por "las unidades y sus valores”. Prístino.

viernes, 11 de mayo de 2007

Más sobre educación.

En Antes de la cenizas se puede leer un artículo crítico y desenmascarador de cierta concepción de la educación que se autodenomina “democrática”, que pretende mejorar el nivel educativo y democratizar la educación, pero que a juicio del autor consigue lo contrario de lo que pretende y oculta en su raíz un prejuicio nada democrático .

En las polémicas sobre el sistema educativo, existe un argumento recurrente entre los defensores del actual sistema (LOGSE-LOE). Estos acostumbran argumentar que ellos defienden la máxima extensión de la educación para todos y en términos de igualdad, de esa declaración concluyen que en la etapa de la ESO la enseñanza debe ser la misma para todos y rechazan cualquier distinción, sean itinerarios, o distinciones entre vías técnicas –profesionales- y teóricas. Desde la misma premisa, por ejemplo, apoyan la última ocurrencia innovadora en el bachillerato, si se aprueba la mitad de las asignaturas –en cuatro creo que está el límite- entonces no se repite curso, se repiten las no superadas, y el alumno puede cursar algunas asignaturas de segundo –de las que sacará gran provecho-, de forma que el alumno pueda sacar el bachiller en tramos o cómodos plazos. Para todo esto tienen además un nombre muy atractivo y correcto: democratización de la educación.

Según yo veo las cosas, la premisa “mayor nivel educativo para todos” no justifica ninguna de las conclusiones que extraen, al contrario, la contradicen. Mi sospecha es que esas posiciones se sustentan en un prejuicio nada democrático; un desprecio no reconocido de la vía profesional, una mirada de desdén íntimo hacia las enseñanzas profesionales.

Leer artículo completo: Educación para todos.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Pequeña historia reciente de la filosofía.

Me gustaría hacer un pequeño ejercicio de memoria sobre las vicisitudes de la asignatura de filosofía en el sistema educativo español durante los aproximadamente últimos quince años. Muchos conoceréis la historia, pero muchos otros seguramente no; es bueno recordar y pensar los acontecimientos que nos van sucediendo, desde el recuerdo muchos cosas adquieren claridad, por otra parte no me detendré en fechas, ni en siglas, salvo aquellas que están en el origen de la cuestión, quien desee mayor concreción no le resultará difícil encontrarla en otros lugares.

En España, desde hace años, la filosofía viene enfrentándose a una curiosa inquina por parte de los Teóricos de la Educación del grupo socialista, cosa que a mi personalmente no deja de llamarme la atención.

La cosa comenzó en los 90 con la LOGSE:

La filosofía hasta entonces era materia obligatoria en 3º de BUP y COU, con cuatro horas semanales en cada uno de los cursos. Con la llegada de la LOGSE, la filosofía se mantuvo como obligatoria en 1º de Bachiller pero se redujo a tres horas semanales, desapareció, en cambio, de 2º de Bachiller de Ciencias y quedó tan sólo como obligatoria para el Humanístico, y optativa para el de Sociales, lo que se tradujo en su práctica desaparición en muchos centros, pues no siempre la optatividad es real dadas otras prioridades de los centros, compatibilidad de horarios, etc... -salvo para unos escasos alumnos que cursaban latín y ¡hasta griego!, materias de las que la LOGSE ha sabido dar buena cuenta- Con la llegada del PP al gobierno se introdujeron algunos cambios en el Bachillerato, entre ellos, la asignatura de filosofía volvió a ser obligatoria en 2º de Bachiller para todos las modalidades, aunque con tres horas semanales, una significativa pérdida respecto del tiempo del BUP, pero consoladora dado el cariz que habían tomado las cosas.

Apenas se había reintroducido la Historia de la Filosofía -Filosofía II- en el bachiller, cuando tras la llegada al poder del Partido Socialista, en la nueva reforma que plantean, aparece la vieja sombra de la supresión; un polémico y confuso borrador de un anteproyecto que amenazaba con hacer desaparecer la filosofía del bachiller español, y aunque muchos nos resistíamos a creer tal cosa, la experiencia pasada no permitía tomarse a broma la amenaza. Los profesores de filosofía se movilizaron de forma muy enérgica y parece que se consiguió –la cosa no está del todo clara- salvar la situación, la filosofía se mantendrá pero con el nuevo título de Filosofía y Ciudadanía.

Pero esto es otra historia, que pueden seguir en “antes de las cenizas”:Filosofía y ciudadanía.


Se puede encontrar mucha información sobre el tema en: http://www.filosofia.org/bol/not/bn047.htm

martes, 8 de mayo de 2007

Los padrecitos y el espíritu de la pandilla.

Es descorazonador constatar como grupos y personas que se proclaman progresistas devalúan la autonomía personal y sostienen, de manera cada vez más insolente, posiciones paternalistas; el ejemplo de los -no hace mucho- países comunistas europeos, de los -aunque más lejanos- regímenes fascistas y ahora los fanatismos religiosos deberían habernos abierto los ojos –y vacunado a perpetuidad- frente a los peligros de ese paternalismo que supuestamente cree conocer mejor que nosotros lo que queremos y que está empeñando en salvarnos de nosotros mismos y en mejorarnos a nuestro pesar. Nietzsche, se burlaba con razón de la fatuidad del aprendiz de moralista que se pinta a sí mismo en la pared y exclama: Ecce Homo. Pero desgraciadamente cuando quien dice esto es el estado, -o sus funcionarios- las consecuencias no son ya cómicas, sino trágicas, como ha demostrado innumerables veces la historia. Pues, como una peste, el espíritu gregario retorna tras cada desastre. Es digna de estudiar esta obcecación humana: ¿Es un rastro de una dependencia infantil que no acabamos de superar? ¿De dónde surge esta voluntad profética y salvadora? ¿Qué hace al hombre tan receptivo a los padrecitos de las patrias, ya sean Stalin, Pinochet, y Ayatollas? ¿Qué hace de un funcionario un redentor? ¿Qué lleva a una persona inteligente a renunciar a su propia razón y a su propio beneficio y ponerse bajo el mandato de otro, a veces incluso cuando su propia integridad no está amenazada?

Confieso que no tengo respuestas.

viernes, 4 de mayo de 2007

Lenguaje y liberación.

Impresiones desde Contra la censura de Coetzee.


Cuando
Solzhenitsin emprendió su obra literaria tuvo primero que deshacerse del lenguaje “soviético”. Debió acometer una profunda tarea filológica para retornar a la lengua rusa anterior al 1917 y desenterrar la lengua rusa clásica. La importancia de esta tarea nos puede pasar desapercibida pero es absolutamente esencial.

En un orden mucho más modesto cuando criticamos determinados estados de cosas de nuestro tiempo, por ejemplo, el estado de la educación, deberíamos tener muy en cuenta el ejemplo de Solzhenitsin y deberíamos rastrear en la lengua para evitar y sustituir todas las expresiones del nuevo paradigma por sus más cercanos equivalentes en la lengua clásica, si conseguimos esto nos habremos liberado ya en gran medida de aquello que rechazamos. Si no somos capaces de deshacernos de su lenguaje no podremos liberarnos de su influencia; todos nuestros esfuerzos argumentativos servirían para apresarnos más aún en lo que detestamos.

Así, en la novela de Orwell con la neolengua se pretendía que el crimental se tornara imposible al no haber lenguaje con el que llevarlo a cabo. Deberíamos, pues, atender a todo lo que en nuestro lenguaje está contaminado de neo-lengua y procurar restablecer las formas clásicas, que es la lengua en la que habla el vecino salvo que éste salga de una Facultad de Teoría de la Educación.


La Clepsidra

No de agua, de miel, será la última
gota de la clepsidra. La veremos
resplandecer y hundirse en la tiniebla,

pero en ella estarán las beatitudes
que al rojo Adán otorgó Alguien o Algo:
el recíproco amor y tu fragancia,
el acto de entender el universo,

siquiera falazmente, aquel instante
en que Virgilio da con el hexámetro,
el agua de la sed y el pan del hambre,
en el aire la delicada nieve,
el tacto del volumen que buscamos
en la desidia de los anaqueles,
el goce de la espada en la batalla,
el mar que libre roturó Inglaterra,
el alivio de oír tras el silencio
el esperado acorde, una memoria
preciosa y olvidada, la fatiga,
el instante en que el sueño nos disgrega.

Jorge Luis Borges

miércoles, 2 de mayo de 2007

Contra la censura II. Literatura y revolución.


Seguimos en Contra la censura de Coetzee

Coetzee apunta las diferencias entre la censura ejercida en la Rusia zarista y la ejercida durante la época soviética.

A pesar de la arbitrariedad de ambas, apunta Coetzee una diferencia notable entre ellas; la censura zarista no se funda sobre ninguna teoría sobre lo censurable, es meramente pragmática, se trata de impedir “la avalancha de doctrina subversiva extranjera”. No hay ninguna forma estética sospechosa en sí misma, se censura en función del contenido.

En cambio en la Unión Soviética se censura en función de una teoría que se dice marxista, la literatura había de exhibir: entusiasmo partidista, conciencia ideológica, conciencia respecto al pueblo. Esta última exigencia rechazaba todo arte que no fuese inteligible para las masas. La literatura se consideraba que debía “servir a la causa de la construcción del socialismo y extraer sus héroes y heroínas de entre los trabajadores y trabajadoras” , “reeducación de los trabajadores en el espíritu del socialismo. Desde este modelo se denunció la “mezquina preocupación por la vida y los asuntos privados”.

Veamos la opinión que le mereció a Jruschov una exposición de nueva pintura que vio en Moscú en 1962

“como si un niño se hubiera hecho sus necesidades en el lienzo –dijo- y luego lo hubiera esparcido con las manos” “No gastaremos ni un kopec en esta mierda. El pueblo y el gobierno se han tomado muchas molestias por vosotros (los artistas) y vosotros lo pagáis con esta mierda.. vuestras pinturas sólo provocan estreñimiento a la gente”

Una aspiración –sueño- de las autoridades soviéticas era que la censura desapareciese conforme el ideal soviético fuese interiorizado, de aquí la importancia que daban a la crítica y la autocrítica, en el sentido de” autoexamen- arrepentimiento-propósito de enmienda”

Veamos un testimonio, la confesión de Margarita Aligier ,1957, ante la Unión de Escritores.


“Ahora puedo, sin ninguna evasión, ni reserva, sin ningún falso temor a perder mi sentido de valía personal, decir franca y firmemente a mis camaradas que es completamente cierto que cometí los errores de los que habla el camarada Jruschov. Los cometí, persistí en ellos, pero ahora lo he entendido y admitido meditada y conscientemente……. he logrado comprender más profundamente las causas de mis errores… Ahora debo ser más exigente conmigo misma, liberarme del pensamiento abstracto, corregir mis opiniones más rigurosamente… en resumen hacer lo que el camarada Jruschov enseña y pide con insistencia en sus discursos”

Sin comentarios.

martes, 1 de mayo de 2007

Censura y locura.

En su libro Contra la censura, refiere Coetzee el caso de Osip Mandelstam, quien compuso un poema paródico y crítico a Stalin, no lo escribió sino que lo recitó varias veces a amigos suyos, un día la policía política asaltó su casa en búsqueda de tal poema, no pudieron encontrar nada, pues el poema sólo existía en la mente de Mandelstam y sus amigos, pero Mandelstam fue detenido. Stalin llamó a Boris Pasternak y le preguntó, quién era Mandelstam y si era un Maestro; Según Coetzee, Pasternak entendió la parte implícita de la pregunta, ¿podemos deshacernos de él?, y consecuentemente contestó: sí, es un maestro, -no podemos deshacernos de él- . Mandelstam fue condenado al exilio interior, allí presionaron a Mandelstam para que escribiese un poema en alabanza de Stalin; Mandelstam cedió.

Nunca sabremos sus sentimientos sobre aquella oda, no sólo porque no lo escribió, sino también porque –como dice convincentemente su esposa- cuando la escribió estaba loco, loco de miedo, tal vez, pero también loco de la locura de una persona que no sólo sufre el abrazo de un cuerpo que detesta sino que también debe tomar la iniciativa, día a día, línea tras línea, de acariciar a ese cuerpo.

….

Hacer que los grandes artistas de su época le rindieran pleitesía era el modo que Stalin tenía de destrozarlos, de hacerles imposible ir con la cabeza bien alta.

Contra la censura. J.M.Coetzee.

Casos como éste son innumerables en la historia; el número de censores era muy superior al número de escritores en estados como la antigua URSS, DDR, Sudáfrica y un largo, muy largo etc. Los súbditos de estos estados, educados en la desconfianza mútua, acaban por reproducir el mal del Estado: la paranoia, y de esta enfermedad no se libran los artistas, ni los escritores e intelectuales.

Nuestra salud mental depende de qué sepamos hacer frente a la pasión por silenciar.
En John Stuart Mill encontramos a uno de los grandes héroes en esta lucha. En George Orwell un manual de diagnóstico, un desenmascarador y un guía.