sábado, 31 de octubre de 2009

Mañana por la mañana

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Más que un globo sonda, la sugerencia del metafísico ministro debemos interpretarla como una biopsia que nos dará información acerca del subsuelo ideológico de nuestro sistema social.

Hablamos, por si quedase algún despistado, de la posibilidad de ampliar la educación obligatoria hasta los 18 añitos o añazos. De momento el ala izquierda, sindicatos y “padres progresistas, parecen haberla acogido con entusiasmo y desde la derecha con algunos tímidos “peros”. No es de extrañar tal propuesta, pues les vendría muy bien para maquillar listas de paro en época de crisis. Además ¿quién se va a oponer a tan bienintencionada propuesta? ¿algún profesional melancólico? ¿algún mozalbete respondón? Bah, no faltarán vocaciones y “vocados”. Pero la metafísica criatura ministerial advierte que no será para “mañana para la tarde”, y uno se pregunta para cuándo entonces y por qué tal sugerencia. Al cuando respondo con el título del post. Creo que la razón de esta “sugerencia” es la voluntad del ministro de manifestar su respaldo a la política educativa mantenida por su partido desde los años 90 y de situar sus acciones dentro del espíritu de la Logse y la reciente LOE. Pero creo –y ahora ejerzo de adivino- que esto lo afirma porque las próximos cambios se podrían interpretar como objeciones a aquellas dos leyes; creo que se extiende el convencimiento de que previo a los 16 años deben comenzar a crearse itinerarios que desvíen a parte del alumnado a estudios profesionales, y de que el bachiller de dos años no es sostenible y deberán adelantar, al menos, un año su comienzo.

Tengo la impresión de que el ministro intenta convencer (se) a sus “vocados” de que esto sólo será un paso atrás para coger carrerilla y saltar hacia delante: hacia el Paraíso Pedagógico en la Tierra. Dios me oiga.
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martes, 27 de octubre de 2009

Contra las vocaciones y Plaza de Honduras II.

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Hace algún tiempo ya alertamos aquí acerca de la vocaciones. Uno se va haciendo más liberal –ya saben: esa saludable tolerancia al mal- con la edad, lo cual es natural pues cada otoño tiene uno que lidiar con nuevos inquilinos: la presbicia, los cálculos renales, el déficit de memoria, el colesterol que aumenta... pero volvamos a las vocaciones; si anteriormente manifestamos cierta desconfianza acerca de la bondad de las vocaciones, hoy (con ánimo liberal) nuestra posición es de casi claro repudio. Si anteriormente nos pareció una virtud privada, hoy nos parece más un vicio público, y más que indiferente la vocación nos parece un obstáculo para el ejercicio eficiente de la profesión docente. Dicho claramente un profesor vocacional tiene muchas más papeletas para ser un mal profesional que aquel que ha llegado a la docencia movido por intereses más prosaicos: seguridad laboral, tiempo libre, condiciones de trabajo, sueldo fijo... podríamos dar al menos entre veinticinco y treinta argumentos a favor de nuestra tesis, pero nos limitaremos a un par de ellos: 1º generalmente el profesor vocacional –convencido de la bondad de sus motivos- tenderá a ser menos autocrítico, pues es “natural” tender a creer que la bondad de las intenciones trasmite bondad a las acciones y resultados [lo que es claramente falaz ], el profesor “cínico” , en cambio, dado que es consciente de lo “turbio” de sus motivaciones pondrá empeño en que tal calidad no se trasmita a sus hechos, y sin duda extremará la prudencia aunque solo sea por conservar sus “privilegios”. 2º Al profesor vocacional también le resultará más duro asumir los fracasos, pues los considerará injustos con sus intenciones. Y será más proclive a la frustración personal que aquel que mantenga una mayor distancia personal y afectiva con respecto a su tarea profesional. Y por señalar un tercero: la vocación exige una pasión que, en la inmensa mayoría de los casos, no puede ser duradera. No tanto como para mantenerse durante los más de treinta años de una vida profesional corriente.

Cuando esa exigencia de vocacionalidad –tan recurrente- se erradique, o al menos se la contemple con una sonrisa- empezaremos a pensar que la educación está enderezando su camino. Aunque a veces creo que los vocacionales somos nosotros, y que ellos, los “novísimos pedagógicos” son más listos que el hambre.

Plaza de Honduras I

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domingo, 25 de octubre de 2009

El bien, el fumar, la prohibición y los píos.

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Hace algo más de seis años apagaba mi último cigarrillo. Hoy lo recordaba mientras cumplía mi rito dominical de desayuno y lectura de la página de Javier Marías en el suplemento de El País. El novelista acusaba al gobierno y en especial a Zapatero de actitudes antidemocráticas y ponía como ejemplo la nueva propuesta legal respecto al consumo de tabaco en bares y restaurantes, parece que se pretende que fumar esté prohibido en todos ellos.

El artículo es interesante porque trata muchos aspectos del asunto. Yo no pretendo resumirlo para ustedes, así que les aconsejo su lectura. Pero coincido con Javier Marías, me parece antidemocrática esa postura: realmente los no fumadores tenemos nuestros derechos muy bien cubiertos legalmente, si alguien aguanta humos es sencillamente porque lo desea, espacios libres de humo de tabaco son muy fáciles de encontrar. Actualmente no tolero los lugares cargados de humo y sencillamente en lugares así simplemente no entro. No siempre fue así, he fumado casi desde que tengo uso de razón, y he sido fumador empedernido de los de dos paquetes diarios, incluso no podía dormir si no me aseguraba antes el tener, al menos, un cigarrillo para el despertar, pues, ¿ cómo enfrentarse al nuevo día sin la dosis básica de nicotina?. Yo aconsejaría a todos lo fumadores que dejasen ese hábito, aunque sé que es difícil – soy el primer sorprendido de haber sido capaz de hacerlo, nadie habría dado un duro por mí, y yo menos que nadie, no sé cómo ha sido posible, pero así ha sido. Aconsejaría, pues, que dejasen el tabaco, pero me parece antidemocrático –y no suscribo- que se prohiba fumar en todos los bares y restaurantes, de la misma manera que me parecen una cursilada esas prohibiciones, por aquello del ejemplo, en los recintos escolares , y una patada a la razón esos corros de profesores fumando un metro más allá de la puerta del recinto.

Es curiosa la generosa plasticidad humana para la imbecilidad y la ceguera intelectual voluntaria, esta propuesta legal es un claro ejemplo de la voluntad de algunos-muchos de imponer al resto su particular visión del bien -y un ejemplo aún más claro de filisteísmo político-. El talante democrático –liberal- exige renunciar al BIEN y desarrollar una saludable tolerancia al mal. Aunque sé que esto último pone los pelos de punta –y de los nervios- a algunos píos. Feliz domingo.

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jueves, 22 de octubre de 2009

1984




Sé que sin mí Dios no puede vivir un instante; si yo desaparezco, él, necesariamente, ha de declinar su espíritu.

Angelus Silesius


Es la nostalgia y el miedo de la criatura lo que mueve el misterio.
Jacob Böhme


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domingo, 11 de octubre de 2009

El yo y el nosotros

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Espíritu colectivo. Un buen escritor tiene no sólo su propio espíritu, sino también el espíritu de sus amigos.
Friedrich Nietsche. Humano, demasiado humano.

Hasta el solitario paseante de Sils-Maria entendió su escritura como la expresión no de un yo sino de un nosotros. Aunque quizá esos amigos eran el sueño ineludible de su yo.
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miércoles, 7 de octubre de 2009

De esencias y apariencias, fraudes e imposturas

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Si siendo yo un escolar el maestro me hubiese dicho que no necesitaba aprenderme las tablas de multiplicar de memoria lo habría recibido con alborozo y lo habría colocado en el altar de mi héroes. Era aquella una tarea ingrata, sobre todo la tabla del nueve, nueveporcinco cuarentaycinco, nueveporseis cincuentaycuatro, nueveporsiete,mm,mmnueveporsiete mmm, ya nueverporsiete sesentaytres, nueveporocho setentaydos, nuevepornueve mm mmm nuevepornueve, mmm nuevepornueve ochentayuno, y ¡nuevepordiez noventa!. Me vienen a la memoria aquellos lápices blancos que llevaban la tabla escrita y que le servían a uno para repasar –o para copiar. Eran la calculadora de los sesenta. Imagino al maestro que nos hubiese dicho: “no aprendáis la tabla que para eso está el lápiz maravilloso que apenas cuesta una peseta”. Sin duda que habríamos aplaudido, pateado, y vitoreado al inspirado .

Y el regocijo daría paso al asombro al escuchar por labios del ungido: “el lápiz calcula por vosotros, pero yo os enseñaré LA ESENCIA DE LA MULTIPLICACIÓN”. Me complace imaginar como el inspirado metafísico comenzaría a escindir con verbo y pensamiento certero la esencia de la apariencia ante los maravillados escolares de segundo de básica; arrobados, con sus uniformes azules y el nombre grabado, en la visión imperturbable y completa de la esencia pura de la multiplicación separada de los cálculos pueriles y engañosos. Y comprendida la esencia pura –y completada las ascensión del entendimiento puro- podrían, si así lo deseasen, dejar el baby en el perchero y por medio de las necesarias deducciones exigidas por la férrea razón bajar hasta el mundo de los mercadeos y allí asombrar a los profanos con la exactitud de sus cálculos, blandiendo el lápiz mágico.

No debió ser Don Claudio –que no claudillo- de este parecer, o bien ignoraba los descubrimiento de la moderna pedagogía o bien las depreciaba como modas francesas, pues no se conformó con la tabla de multiplicar, sino que siguió con los espantosos números quebrados, las pavorosas raíces cuadradas, las dantescas ecuaciones, incluso nos obligó a recitar y a despertar al truculento Espronceda que dormía apacible en un estante de la biblioteca. Y así aprendimos de rima, que no todo iba a ser malo en aquella tremebunda escuela.

Avive el seso y despierte... no, si va a resultar melancolía lo mío.

De lo fumable y lo infumable.
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domingo, 4 de octubre de 2009

No es verdad que no sea verdad

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Hace tiempo que leí el famoso manifiesto “No es verdad”. Es difícil expresar el cansancio infinito y la desesperanza que me trasmitió esa mezcla de resentimiento, ignorancia, cinismo y mala uva que rezuma. No es menos cierto que uno también se ríe ante una patanería tan manifiesta, y se asombra con esa violación impertinente y gozosa de la lógica, aunque se le ponen a uno los pelos de punta con la legión de firmantes y asusta pensar en el gran pacto educativo cuanto uno imagina lo que estará sentado alrededor de esa mesa –no digamos ya lo que se pondrá encima. Tras aquella primera lectura pensé que era necesario una crítica en clave de humor de cada una de sus líneas, pero “El-manifiesto-no-es-verdad” exhibía tal calibre de insensatez , era su redacción tan repetitiva, tan ausente de ingenio, tan chata en ideas, tan exenta de gracia y monocorde -y el hedor, ¿qué decir del hedor?- que se me hizo evidente la flaqueza de mis fuerzas para tal empeño.

Era un tarea digna de un héroe quimérico en el que se amalgamasen el camello, el león y el niño (resistencia, rebeldía e ilusión). Y esta tarea es la que ha llevado con sensatez, gracia y una pizca de humor irónico Ricardo Moreno en No es verdad que no sea verdad. Os aconsejo su lectura.

PD. Y gracias al "técnico" de Antes de las cenizas que nos facilita el acceso y difusión.

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