lunes, 1 de octubre de 2012

La religión en la escuela, la deconstrucción de las manitas de cerdo y el eterno retorno de lo mismo.

Llega la nueva ley de educación. Sobre algunos temas no se suelta prenda, pero el silencio está cargado de inquietud. No han dicho nada -creo- sobre la situación de la religión en el nuevo proyecto, ni sobre lo que me interesa más: la alternativa a la religión, hoy reconvertida como atención educativa en una especie de exilio interior, una nada poco apetecible para el profesor común, propietario de su parcela de saber en la que reina satisfecho y a salvo -casi, o eso cree. Pero ahora, en tiempos de recortes, no es extraño que todos volvamos  la vista a ese solar vacío e imaginemos que con unos pequeños cambios pueda ser convertido en próspero refugio: desde cultura religiosa y filosofía de la religión a cocina molecular especializada en deconstrucciones de platos tradicionales como la fabada, el cocido y las manitas de cerdo.

 Arqueologías:

 1ª Parte. La religión en la escuela. Notas a propósito de una lectura. 13 de enero de 2011 

 Leo en Albayalde un post dedicado al asunto de la religión en las escuelas. El autor refiere que las primeras noticias que tuvo de Feuerbach, Marx y Nietzsche fue en las clases de religión. Le creo; pues yo era profesor en esa época en la que puesto que se enseñaba filosofía en las clases de religión, quizá a mí me correspondía -para compensar- hablar de Dios y de religión en las clases de ética y filosofía. Así estaban las cosas en aquellos tiempos También fui alumno de religión -eso fue mucho antes. Aunque si soy sincero no recuerdo de manera muy precisa de qué hablábamos en las clases de religión, sólo me llegan jirones de memoria sueltos e imprecisos: la caridad, el diablo, la copa de europa y el Real Madrid, la pobreza, la crisis de vocaciones, el divorcio y el aborto... Pero a Feuerbach, a Marx y a Nietzsche yo los conocí en la clase de filosofía, la asignatura de ética no existía por entonces y todos los alumnos recibíamos enseñanza de religión impartida por un cura católico, solo estaban exentos algunos casos muy particulares de alumnos que profesaban otras confesiones religiosas. Yo que por entonces era bastante aguerrido solía ser muy participativo en las clases y esperaba obtener al menos un siete a final de curso, lo cierto es que me encontré con un sorprendente "exento" en las calificaciones de junio. Curioso porque yo había asistido a todas la clases y no había solicitado ninguna exención, parece que fue el cura quien decidió "objetarme" por su propia iniciativa y criterio -y sin pedirme consentimiento. No le tuve en mala estima entonces, ni le guardo rencor, a pesar de quedarme sin el merecido "siete" y de lo engorroso de tener que justificar en casa ese extraño "exento". Por lo demás los curas que yo tuve como profesores eran personas, en general, afables, de fácil trato, más comprensivos que autoritarios, y creo que éramos nosotros,los alumnos, quienes les complicábamos más la vida a ellos, que ellos a nosotros. En resumidas cuentas, la asignatura era considerada por todos nosotros como lo que vulgarmente se llama "una maría" y así trascurrían las cosas. Cuando fui profesor las cosas habían cambiado, la objeción a clase de religión católica estaba claramente reconocida para cualquiera que lo desease (y no sólo por motivos de conciencia religiosa del alumno -o del cura, que por lo vivido parece que siempre tuvo la potestad de objeción activa) . Y para ocupar a estos muchachos se introdujo esa ética (que impartí en mis primeros años de profesor) que era alternativa a esas clases de filosófica religión que refiere Alejandro. Las cosas siguieron cambiando (como no puede ser de otro modo) y la ética pasó a ser materia común obligatoria (lo cual no dejó de molestar a algunos sectores para los cuales parece que la posibilidad de una moral separada de la religión católica no puede anunciar otra cosa que heteronomía, manipulación ideológica... para qué vamos a seguir con la retahíla ) De todas formas como la asistencia a las filosóficas clases de religión diseñadas e impartidas por la iglesia católica siguió siendo opcional, para los que no tenían ese gusto se propuso una alternativa de religión no confesional, donde estudiar el budismo, el hinduismo, el taoísmo... y otros ismos. Las cosas siguieron cambiando.... a muchos nos parece que el derecho de algunos a recibir clases de religión católica (con fundamento filosófico o sin él) no debía obligar a otros a cursar ninguna otra materia, ya fuese de taoísmo, ecologismo o cocinismo. Lo cierto es que la iglesia católica sigue teniendo a su disposición muchos recursos públicos, profesores seleccionados por la propia iglesia, pero pagados por el estado como cualquier otro funcionario.... centros públicos de los que pueden hacer un uso tan libre y completo como cualquier otro departamento y una materia que es opcional ¡en todos los cursos con excepción de 2º de Bachiller!. Así pues, no temamos por la filosofía... la reflexión y la libertad, que están garantizadas. Qué cosas... 

 2ª parte. La religión en la escuela. Voracidad 16 de enero de 2011 .

... la iglesia católica sigue teniendo a su disposición muchos recursos públicos, profesores seleccionados por la propia iglesia, pero pagados por el estado como cualquier otro funcionario.... centros públicos de los que pueden hacer un uso tan libre y completo como cualquier otro departamento y una materia que es opcional ¡en todos los cursos con excepción de 2º de Bachiller!. Ustedes quizá piensen que es una situación de privilegio. Pocas materias están tan presentes en el curriculum escolar. Pero no solo es de oferta obligatoria, además la materia se imparte con independencia del número de alumnos que la elijan, mientras el resto de optativas compiten entre sí y su presencia depende de unos mínimos de matriculación, de las posibilidades del centro y del aumento de recortes generado por la crisis. La materia de religión es ajena a todas estas coyunturas más o menos azarosas. Alumno que la solicita, alumno que la cursa con todas las de la ley. ¿Privilegios?. Qué va. La iglesia y muchas familias católicas se sienten asediadas, incluso veces discriminadas. Ocurre que, efectivamente, los alumnos que escogen religión son más bien pocos y además la tendencia es a reducirse cada vez más. ¿Por qué ocurre esto? Ni las familias católicas, ni la iglesia, parecen plantearse la posibilidad de que estén haciendo algo mal. Al contrario ellos piensan estar haciéndolo estupendamente; encuentran, por ejemplo, su enemigo en la hora de alternativa reservada para los que no cursan religión: que si se les beneficia, que si no hacen nada, que sí hacen pero adelantan otra materias, que si se van a casa, que si no los evaluan, que si sí.... y claro, dicen ellos, cada vez más alumnos rehuyen la religión. Ésta es la manera en que argumentan muchos padres y madres de familias católicas y también la iglesia. Lo cual muestra lo siguiente: esos padres tienen dificultades (o son simplemente incapaces) para convencer a sus hijos de que se matriculen en religión, la iglesia tiene dificultades para convencer a sus feligreses de que matriculen a sus hijos en religión. Y han tenido una genial idea: son los no creyentes los que tienen que resolverles la papeleta... por ejemplo: todo sería más fácil si se tratase de elegir entre diez azotes o clase de religión. Vale, vale, estoy exagerando. Bastaría que quien no quiera religión confesional estudie religión desde un punto de vista no confesional, taoísmo, judaísmo, catolicismo, calvinismo, budismo, filisteísmo... pero: ¡Qué todo el mundo estudie religión y evaluable!. Lo curioso ( y gracioso) es que es un problema interno entre la iglesia y sus fieles, sea por su falta de fe, de compromiso, de interés... pues nadie les impide matricularse en religión y además con todas las ventajas. Pero ese problema interno quieren resolverlo a costa de los otros. Y encima con victimismo y descalificando -y queriendo obligar- al que simplemente ni le va, ni le viene, el asunto. Ya sea porque no es creyente o creyente de otra confesión o ferviente creyente que visita el centro parroquial a partir de las siete de la tarde.

 Seguimos en ello.