El emperador no quiso nunca contrariar a sus súbditos. En la creencia de que su poder no se vería así comprometido no dudaba, pues, en ofrecerles en sacrificio –y en bandeja- toda cabeza que aquellos reclamaran. Y, lógicamente, acabó por entregar la propia cuando le fue exigida.
Esto no es, como pudiera parecer, tan solo una moderna fábula futbolística.
Pan, circo y, aquí y allá, un rodar de cabezas. ¡La fuerza de lo clásico!.
4 comentarios:
El "Pan y el Circo" es tan clásico que sigue vigente hoy en día.
"Lo clásico, lo que perdura en la ruina del tiempo". Aunque en este caso se trata de la misma ruina que perdura.
Lo malo es que la entrega de la propia cabeza sólo apacigua momentáneamente a los espectadores. Se necesita más sangre: o propia (es una opción que saca del aburrimiento)o de otros.
Joselu
Nunca llega a saciarse ese apetito.
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