domingo, 20 de diciembre de 2009

Del pensamiento crítico “madrugado”

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Hace unos días en uno de los blogs que frecuento se planteaban algunos interrogantes acerca del valor y sentido de la crítica, a su vez originados a partir de las reflexiones de otro. La cuestión ha revoloteado por mi mente en estos días de ingrata tarea evaluadora. Efectivamente la palabra crítica goza de gran predicamento -sobre todo adjetivando al ciudadano y en el contexto educativo. En casi todas las proclamas educativas, en textos legales refrendados por el gobierno en ejercicio, en múltiples manifiestos docentes de diversa índole, en panfletos estudiantiles, la formación de ciudadanos críticos aparece como uno de los objetivos fundamentales del sistema educativo. Dentro del gremio parece que los profesores de filosofía se consideran a sí mismos los paladines genuinos de la crítica, y entre los valores que atribuyen a su disciplina destaca, sin duda, el de la crítica.

La idea está muy extendida, apuesto a que no existe texto que relacione filosofía y educación en el que la crítica no aparezca como objetivo principalmente relevante. Debemos, sin embargo, ser precavidos con todas las ideas que se propagan tan rápidamente entre la felicidad y el beneplácito general; si una idea provoca un asentimiento tan unánime y general es porque no debe molestar demasiado, o porque pertenece a ese grupo de opiniones al que oponerse supone levantar sospechas contra uno mismo. En el primer caso se trata de ideas cómodas, pero superficiales o anodinas, en el segundo quizá de peligrosos dogmas. Pero, ¿cómo podría ser la crítica algo anodino o dogmático? ¿ y cómo es posible que el pensamiento crítico no sea molesto, y que desde todos los lugares –despachos incluidos- sea reivindicado y hasta fomentado?. No me negarán que algo huele de forma extraña en toda esta cantinela de la formación del ciudadano crítico.

Creo haber advertido –corríjanme si es otra su experiencia- que hay una relación de proporción directa entre el ardor por la formación del ciudadano crítico y el desdén por la historia de la filosofía, y constato que los más aguerridos formadores encuentran que los densos programas de contenidos históricos (que a menudo juzgan de caducos) les restan tiempo y energía para la “formación del ciudadano crítico”. Tarea a la que podrían –eso creen- dedicarse de forma inmediata; enfrentándose a pecho descubierto con la realidad concreta y circundante, en sus manifestaciones cotidianas, prensa, televisión, publicidad... Pero me temo que es una perspectiva de ilusos o de fraude manifiesto. Creo que incurren en un error que ha señalado muy certeramente Sánchez Ferlosio en su artículo de hoy, del que les cito un fragmento. “Es ridícula y hasta poco decente la buena voluntad de los que proponen remedios frente a lo que en su fuero interno reconocen por fatídico: así, los que recomiendan que los padres acompañen a sus hijos ante la pantalla para incoarles "espíritu crítico", o los que predican un "consumo responsable". Pero hace ya muchos años que a estos buenos consejos "les ha madrugado", por decirlo en palabras mexicanas, la publicidad, que aún más de madrugada, respecto de la edad, empieza a seducir y acuñar a las criaturas, para que sin resistencia se sometan y queden sometidas de modo perdurable al grado de compulsión y servidumbre capaz de perpetuar la conveniente adaptación” Televisión para niños.


No nos preocupemos tanto por la epifanía inmediata del espíritu crítico. Intentemos aprender de Platón, Epicuro, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Hume, Kant, Nietzsche… que con seguridad tienen mucho que enseñarnos. Aunque, a veces, nos resulten molestos.
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8 comentarios:

Leicca dijo...

Curioso, Serenus, que traigas esta cosa. Conjunciones astrales. Anoche, con una compi, filósofa, también filósofa en secundaria, andábamos pensando sobre esa cosa que ahora el personal llama crítica. "Está de moda" decía ella que le decía no sé Quién. (Quién, en el tinglado de la formación de filósofos, sea eso lo que sea).

En relación a la molestia que nos producen los grandes, gigantes, yo me subo al carro de lo que decía un gran profe, uno de los que afortunadamente se me han cruzado en el camino, (aunque haya sido tan tarde y tan "a estas alturas" del camino):

...a nadie, nadie, nadie, le apetece leer a Kant. El placer está DESPUÉS.

Joselu dijo...

El fomento o estímulo del pensamiento crítico es un lugar común, como señalas, del llamado también pensamiento políticamente correcto. ¿Quién se atrevería a decir que lo que se quiere son ciudadanos acríticos y conformistas? Sin embargo, por mi experiencia asisto a la realidad de alumnos rebeldes en cuanto a todo lo que signifique orden, disciplina, método, rigor, trabajo... pero extraordinariamente o totalmente pasivos y conformistas en cuanto al orden social, político, medioambiental... De todas maneras ya sabemos cómo tratan los estados a los disidentes, lo hemos visto en la cumbre de Copenhague con más de un millar de detenidos. El ciudadano crítico es indeseable, no se quiere fomentar la participación y crítica de los sujetos políticos. Nuestro sistema electoral es nefasto. En realidad la gente crítica no interesa. Son mentira esos buenos y supuestos propósitos de crear ciudadanos con conciencia. Se desea que sean consumistas, sumisos y conformistas. No hay luz que vaya más allá. No sé qué aportaría la lectura de los grandes filósofos. Yo soy bastante lego en la materia. No leo filosofía salvo a Savater a quien suelo seguir. El conocimiento humano es tan vasto e inabarcable...

Serenus Zeitbloom dijo...

Joselu.

Naturalmente lo que pueden aportar estos “grandes” es conocimiento. Conocimiento acerca de nosotros mismos, de los que poseemos y también de lo que carecemos, de como se han gestado nuestras ideas y nuestras instituciones, políticas, éticas, científicas, tecnológicas. Sin el fundamento del conocimiento no es posible ni la verdadera creación ni la auténtica crítica… que quedan en meros simulacros. El simulacro que tú comentas.
La historia de la filosofía ofrece algo muy similar a lo que nos puede ofrecer la mirada histórica en cualquier otro campo... literatura, arte etc.

Quizá puede evitar que “nos madruguen” constantemente..

Serenus Zeitbloom dijo...

Leicca

Apuesto a que si estabáis cenando, tu amiga y tú, encontrastéis la critica en..¡la sopa!.

Saludos y felices fiestas.

Leicca dijo...

Más o menos. Supongo que nos encontramos con una "sopa crítica" que pedía que la escuchásemos mientras se quedaba totalmente fría.

Luis González dijo...

Querido Serenus: pasaba por aquí con un dolor agudo a la altura de los riñones con la sana (o insana) voluntad de felicitar fiestas y años nuevos, cuando vas y me conduces a cuestiones serias, muy serias, en las que - por la conjunción astral que dice Leicca - parece que somos algunos los que nos deslizamos entre la risa y el pasmo. Personalmente, la insistencia programática en la actitud crítica que nos reclaman las legislaciones y otros espíritus, me provoca (ahora) risa. Antes (y quizás otra vez mañana) me generaba pasmo y convulsión. No acabo de entender que eso de la crítica aunque, en líneas generales, suelo entender la palabra en clave radical, destructora, y por ello, en el ámbito de los chicos de la escuela, o bien implica un compromiso con su botellón - donde someten a crítica los buenos consejos de papá y mamá- o bien exige una humillación ante las palabras de otros - ellos, los que hablan y escriben, los maestros, la tradición (con mínúscula), que nos exige que abandonemos el alma a las crudas y placenteras tormentas del desierto. ¿Ser críticos? Dejemos que las palabras y las cosas nos derrumben las idiotas certezas, abrámonos a su acción arrasadora (falsacionismo salvaje). Luego que nuestros ojos irritados por el esfuerzo y la abrasión del desierto nos desvelen "otra mirada". Más tarde, con suerte, que la serenidad pueda permitirnos decir cuatro palabras para que la rueda del pensar libre se mantenga.

Suelo (o solía cuando era un joven poeta de la escuela) decir a mis alumnos: "Vengo a distorsionaros la mirada, a pervertiros el alma. Pensad que estos señores que nos hablan desde las palabras antiguas no eran idiotas sino que la idiotez habita en nuestras cabezas que los consideran raros, locos o enredabailes".

No sé si es posible el fomento de la actitud crítica en las mentes deshilachadas de nuestros adolescentes. Quizás algún fogonzazo, raro, maravilloso. Pero entre fogonazo y fogonazo, en las escuela debemos ser escolares, ayudar a la humillación de las palabras y las imágines, fomentar la devoción por los santones de la cultura, el juego de intercambios de estampitas de Spinoza, Kant, Kafka, Orwell, Platón, Agustín...

Las leyes han pervertido la crítica.

Sólo venía a corresponder a tu felicitación. Serenus: me siento hermanado en las palabras contigo y sigo envidiando tu huerto epicúreo. Desde la Castilla húmeda y fría, profunda o profundísima, recibe mis deseos de buen cambio de año. Y desde tu espacio saludo a esos otros que nos habitan - Leicca, Joselu etc. -

¡salud y librepensamiento!

Serenus Zeitbloom dijo...

Lug,

Magnífico comentario -que comparto. En cuanto al huerto epicúreo, resiste, apenas, las heladas y las nieves, que aunque más benignas que las de Castilla, también asoman en el interior del Levante...

Felices fiestas.

elquebusca dijo...

Comencé a dejar un comentario a esta entrada, pero se alargó tanto que decidí hacer una entrada nueva para el mio.

Gracias por el enlace.