Hace años que se habla de telebasura. Un concepto que a mí siempre me pareció entre puritano e hipócrita y autoritario; al fin y al cabo, pensaba, es basura de libre consumo. Ya saben eso -y esos- de que si el tabaco, que si el alcohol, que si... que si... Pero con ocasión del grave accidente del torero me parece advertir que esto de la telebasura va mucho más lejos que los tóxicos al uso. Mientras alguien lucha entre la vida y la muerte, otros se dedican -a sueldo y entre focos- a enredos del tipo este me dijo que aquella dijo que la otra dijo. Y eso lo hacen día tras día con el mismo personaje y su entorno.
Lo anterior es sólo un detalle y lo que sigue quizá una inducción desorbitada. No sé si me estoy volviendo muy victoriano. Pero este hedor me parece que no desaparece con apagar el cacharro. Y temo que fuera de esta mierda que se expande no quede una sola brizna de materia y que acabe por ser indistinguible del mismo universo.
Lo anterior es sólo un detalle y lo que sigue quizá una inducción desorbitada. No sé si me estoy volviendo muy victoriano. Pero este hedor me parece que no desaparece con apagar el cacharro. Y temo que fuera de esta mierda que se expande no quede una sola brizna de materia y que acabe por ser indistinguible del mismo universo.
3 comentarios:
No tengo nada en contra de la telebasura. Basta con no verla, pero si alguna vez topo con algún canal rosa o del corazón lo miro embobado: que si la Campanario, que si su madre, que si Belén, que si Jesulín... Es maravilloso que las ruindades o banalidades de estos personajes -a los que no juzgo- den para tanto. ¿Es posible? ¿Cómo puedo estar cinco minutos absorbido en sus cuitas? Pero lo estoy y a veces me ha tentado escribir un post reivindicando su modo de vida no sé si más o menos deshonesto que el de Emilio Botín. Ellos huelen a mierda es cierto, pero los otros se nota el ambientador que echan para disimular el olor a cloaca. Si tuviera que elegir a quién salvar en una balsa en medio del océano y sólo tuviera una opción, daría mi mano a Belén Estebán y dejaría hundirse a Emilio Botín.
En cuanto al centro de tu post sobre la morbosidad del cubrimiento de la noticia del accidente de Ortega Cano, pues no sé, no lo sigo. Supongo que debe ser mierda sobre mierda especulando sobre la vida humana. Lamentable, pero cuando veo lo que se nos viene encima a nivel social, me quedo bastante indiferente. Puede que sea la mierda que nos echan para que nos sintamos felices apropiándonos de la desgracia y desdicha ajena. No sé muy bien quién es Ortega Cano, pero espero que le vaya muy bien.
Saludos.
Estos programas, como todo lo que se emite por televisión, se mantiene por la audiencia que tienen, ni más ni menos. Nos guste o no, hay millones de personas enganchadas a esta mierda, ellos sabrán por qué. A mí no me dicen nada, más bien me ponen de muy mal humor. Hace tiempo que dejé de ver La Noria, entre otros. No soporto esa banalidad y esas mentiras, ese circo perfectamente orquestado en el que cada uno tiene delimitado su papel. Antes de que abran la boca ya sabes qué van a decir. Qué cansinos, qué insustanciales... Lo peor es que pontifican sobre todo sin tener ni idea: lo mismo hablan de la crisis que del maltrato a las mujeres, el acoso escolar o los polvos que Fulanito echó con Menganita, así que su credibilidad está bajo mínimos para mí. Generan mucho dinero y por eso siguen un año y otro. ¿Es una radiografía de la población española?Sin duda, por desgracia. A ver: ¿no ha obtenido el PP millones de votos? Pues eso: vomitivo.
Un saludo pesimista (y bien que lo siento).
Joselu, tú lo que haces es salvar a la chica... -te voy a tener que dar la razón en lo del machismo que comentabas en tu blog. ;)
Yolanda, para pesimista yo. Aunque lo de los millones de votos al pp es normal dada la situación de crisis y paro... es un sistema de alternancia en el poder, mientras la cosa va bien se vota al partido en el poder, cuando la cosa se tuerce, pues se busca el cambio. Hoy unos, mañana otros... y así viene siendo y espero que siga. No me gustaría ver a un partido treinta años seguidos en el poder.
Otro saludo afectuoso.
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