miércoles, 26 de septiembre de 2007

Sangre en Schönhauser Allee. Wladimir Kaminer.


Wladimir Kaminer es un autor poco conocido en España, pero en Alemania y sobre todo en Berlín es un verdadero autor de culto, sus libros, de gran éxito, se apilan en las librerías. De origen ruso, llegó a Berlín en los últimos años de la RDA. En sus libros encontramos una descripción humorística e irónica de los últimos años de la URSS, de la RDA, y también de la actual y “multiculturalista” Alemania reunificada. Al español se han traducido, sin mucho éxito, La Disco Rusa y Música militar, mi preferido es, sin embargo, Schönhauser Allee una colección de relatos muy cortos que narran la vida en esta popular avenida berlinesa.

Aquí os dejo uno de estos relatos:
Sangre en Schönhauser Allee

Mi amigo y tocayo Wladimir vive con su familia justo enfrente en la otra acera de la avenida Schönhauser. Algunas veces realiza el doble del camino para acompañarme hasta mi casa, o a veces yo para acompañarlo hasta la suya. Es de mi misma edad, compartimos el mismo nombre, ropas similares, y al igual que yo tiene una mujer y dos hijos. También su apartamento es casi idéntico al mío, fuma la misma marca de cigarrillos y compra los artículos de primera necesidad al mismo tiempo y en el mismo supermercado que yo. Lo único que nos diferencia es el hecho de que su mujer es llamativamente morena y la mía no. Recientemente durante la compra noté una nueva diferencia: Wladimir se había vuelto repentinamente vegetariano. Había comprado una gigantesca cantidad de verdura fresca, y parecía absolutamente infeliz. “No puedo ver más la carne” me dijo mientras permanecíamos de pie en la cola de la caja. En el camino de vuelta a casa me relató cómo había llegado a ello.


Hace aproximadamente una semana encontró en la autopista un jabalí que había sido atropellado. Setenta kilos de carne yacían en la carretera –así de simple. “Un regalo del cielo” pensó Wladimir y arrastró el animal muerto hasta el maletero de su viejo Mazda. Había reñido con su mujer por la mañana, debido a su acostumbrado mal humor matinal y quería ofrecerle el jabalí a modo de reparación para hacer las paces:“Un regalo para ti, querida” algo así debía imaginarse Wladimir. Cuando paró para repostar en un área de servicio, el dueño le hizo notar: “ Quizá debería echar un vistazo a la gota de sangre del maletero”, “gracias, está todo bien, estoy al corriente” respondió Vladimir y sonrió amistosamente. El hombre no dijo nada más y tampoco quiso recibir de Vladimir ningún dinero por la gasolina

Cuando llegó a la Schonhauser Allee, era muy tarde. Debió arrastrar, sin ninguna ayuda, el jabalí hasta el cuarto piso, y algunas veces rodó junto con el animal escaleras abajo. Cuando por fin llegó arriba estaba completamente extenuado. La escalera y sus ropas llenas de sangre. Y con todo ello llegaron las primeras dudas:¿ Quizá no fuera tan buena idea regalar el jabalí?. Pero era ya demasiado tarde. Imposible deshacerse del cadáver. Su mujer no estaba en casa, y los niños estaban ya acostados en la cama. Wladimir dejó el cerdo en la bañera, tomó todos los trapos que pudo encontrar en la casa y corrió escaleras abajo para tratar de limpiarlo todo.

Entretanto los vecinos, alarmados, habían avisado a la policía. Habían escuchado la pelea de la mañana y estaban convencidos de que Wladimir había asesinado a su mujer. Cuando la unidad de la policía criminal llegó y vio las salpicaduras de sangre ante la casa, pidió rápidamente refuerzos. Armados hasta los dientes los agentes tomaron al asalto la casa y encontraron a Wladimir en la escalera con un cubo de agua y un trapo en la mano tratando de limpiar la sangre. “Yo lo dejo todo bien de nuevo” prometió Vladimir a los policías. Sin embargo, ellos le colocaron las esposas, y lo anestesiaron un poco –por seguridad. Después, los policías siguieron las huellas de sangre escaleras arriba y descubrieron el jabalí en el cuarto de baño.

“ Pero esto no es su mujer” se extrañaron ellos.

“No”, replicó Wladimir, “ mi mujer es morena”

“¿ Y dónde está ahora?

“No lo sé” respondió Vladimir cautelosamente

Los policías arrastraron el animal muerto desde el cuarto hasta abajo. Mi doble- acompañante debió, naturalmente, acompañarlos hasta la comisaría en calidad de presunto culpable. La posibilidad de un suicidio ni se planteaba. Finalmente Wladimir pudo salir relativamente sano y salvo de la historia con dos mil marcos de multa. Pero ahora no puede ver la carne y tampoco hace ya ningún doble paseo hasta mi casa.

Así pues, ahora, permanezco frente al mostrador de la carnicería completamente solo.
Wladimir Kaminer
Traducido del alemán por Serenus Zeitbloom

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hallo Serenus!!

Estaba buscando información sobre el libro de Schönhauser Allee y he llegado a tu entrada sobre Wladimir. Hace un par de años leí el libro en Berlín cuando vivía allí, ahora me han encargado un trabajo de traducción literaria en la universidad y nos han pedido que el texto no se haya traducido anteriormente y había pensado en este libro. No me ha quedado muy claro en tu entrada si "Schönhauser Allee" también se había traducido o no. Muchas gracias por tu respuesta, ich würde mich sehr freuen :)
Liebe grüsse aus Belgien

Serenus Zeitbloom dijo...

Hallo Anónimo

"Schönhauser Allee" no está traducido que yo sepa, la traducción del post es un ejercicio escolar propio.

Sí están traducidos la Disco Rusa -que por cierto a mi entender pierde gran parte de la gracia en la traducción- y Música Militar.

"Schönhauser Allee" lo leí también un verano en Berlín, recuerdo que lo compré por azar (no conocía al autor) en una pequeña librería en Hackesche Höfe, con las primeras líneas empecé a sonreir... y fue una delicia saborear una Bier con Wladimir en ese nido de turista con encanto que son los Höfe.

Liebe grüsse.