miércoles, 26 de diciembre de 2007

Opiniones contundentes y gatitas mecanógrafas.

Acabo de leer la última novela de Coetzee: Diario de un mal año. Apenas si puede llamarse novela. Me ha resultado difícil –incómoda- su lectura, porque me movía en dos direcciones de interés diferentes: Por una parte, las opiniones que el narrador –uno tiende a identificarlo con el propio autor- nos deja acerca de temas variopintos de actualidad, predominan los políticos; las opiniones son sin duda interesantes, pero requieren de un estado anímico racional, reflexivo, abstracto. De otra parte, el interés de la trama particular, lo genuinamente novelesco, generaba un insano interés –debería confesar llanamente morboso-que me hacía perder la calma necesaria para el análisis de lo teórico.

No he podido dejar de darle un sentido biográfico a la novela; un novelista ya maduro decide hacer un alto, para un ponerse en claro, sus propias opiniones, actitudes... En algún momento el narrador afirma que las obras de juventud son más vivas, más densas, más plenas de contenido, con el paso de tiempo se pierde contenido y las obras se hacen más esquemáticas, esto puede entenderse como una perdida de facultades vitales, de fertilidad en suma; es esa precisamente la impresión que esta novela me produce comparada por ejemplo con Desgracia, Vida de Michael K, Hombre lento, o Elisabeth Costello –de momento son éstas las que he leído. Espero estar equivocado y que todo sea un recurso específico y momentáneo.

Pero, como siempre, al final Coetzee vuelve a sorprender con sus “vuelos de ángeles y todo lo demás”, así que uno acaba satisfecho de la lectura y pensado que debería releerla: tras acabar la novela tengo la sospecha que las opiniones “contundentes” allí vertidas merecen un análisis más reposado, y que si no lo hago habré pasado por alto gran parte del contenido valioso del libro; pero tengo un problema: de momento llevo muy mal lo de las relecturas. Creo que continuaré con Esperando a los bárbaros. Diario de un mal año lo dejaremos cerca del ordenador -por si nos sirve para alguna cita.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin leer la novela, pregunto: ¿Y no querrá decir que las obras de madurez son más depuradas y las de juventud más puras? Ya digo, no he leído la novela, pero el tema que planteas respecto a la evolución del escritor me recuerda a algún otro artista.

Serenus Zeitbloom dijo...

De hecho esa es la posición que subjetivamente propone el narrador, ese esquematismo o depuración es visto -por el propio autor- como una liberación. Pero queda la sospecha de si no será un autoengaño; el estilismo como refugio antes la falta de fuerza creadora, el didactismo...Coetzee lo trata de forma compleja.

Personalmente creo constatar que la gran mayoría de autores tienen un gran obra generalmente en la juventud o primera madurez y que después giran hacia el estilismo. Ellos, los escritores, prefieren sus obras posteriores, pero yo como lector prefiero aquellas obras más vivas aunque contengan más "imperfecciones".

Saludos

Anónimo dijo...

Efectivamente, el camino de un cierto esteticismo vacío es un peligro, y los que no han roto una y otra vez con el camino recorrido a menudo han caído en pintar los mismos cuadros, escribir las mismas novelas. Pero quizás no haya otra posibilidad, quizás el arte en general llega hasta donde llega, y no más. Vida o estilo, fuerza brutal o técnica. La difícil conjugación de ambas recorre la historia del arte. Por cierto, creo que estamos tratando el tema apolíneo-dionisíaco. ¿O no?
Razón-técnica o vida-no técnica. Puede que nos estemos metiendo de lleno en un tema que no veía al principio relacionado con el post.

Saludos.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo en:
"el arte en general llega hasta donde llega, y no más" como la vida. Puede parecer de perogrullo, pero así es.

Ahora bien la oposición razón/vida técnica/no-técnica, no se corresponden con lo apolíneo y dionisíaco, porque éstos son ambos instintos estéticos aunque contrapuestos, pasiones, expresiones de la vida -ambas expresiones plenas. Lo apolíneo no es expresión del agotamiento vital o del declive de la vida.

Mientras que "el estilismo" del que hablábamos es el recurso de la fuerza creativa en declive. O "el didactismo" ,del que no hemos hablado, que sería puro arte muerto.

Estamos divagando, sin duda, es una de las virtudes del libro: se aluden muchos temas polémicos y es una buena base para reflexionar, para confrontar las propias opiniones "contundentes"..

Y de una forma muy al estilo "bloguer".

Saludos

Anónimo dijo...

Pues fíjate que para mí que lo apolíneo, en Nietzsche me refiero, va unido indisolublemente a técnica, razón, ciencia.

No obstante, me falta leer la novela, porque en realidad estoy todo el rato pensando en "tu" Doktor Faustus, con el que encuentro relaciones por lo que cuentas de la obra de Coetzee.

Y encantado con estas divagaciones, y las que vengan.

Saludos.