martes, 24 de junio de 2008

Humano, demasiado humano.



No es Diógenes.

El pequeño parque oscuro
y sucio, restos de comida,
carne, verduras podridas.

Las viejas con el pañuelo
silenciosas, ni siquiera tristes.
Los niños descalzos
se amenazan.

Este tipo que me mira
desconfiado,
sabe que yo también recelo.
Ambos ajenos a este mundo.

Entre ambos vagabundea
flaco y despreocupado
un perro.

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