Hace algo más de seis años apagaba mi último cigarrillo. Hoy lo recordaba mientras cumplía mi rito dominical de desayuno y lectura de la página de Javier Marías en el suplemento de El País. El novelista acusaba al gobierno y en especial a Zapatero de actitudes antidemocráticas y ponía como ejemplo la nueva propuesta legal respecto al consumo de tabaco en bares y restaurantes, parece que se pretende que fumar esté prohibido en todos ellos.
El artículo es interesante porque trata muchos aspectos del asunto. Yo no pretendo resumirlo para ustedes, así que les aconsejo su lectura. Pero coincido con Javier Marías, me parece antidemocrática esa postura: realmente los no fumadores tenemos nuestros derechos muy bien cubiertos legalmente, si alguien aguanta humos es sencillamente porque lo desea, espacios libres de humo de tabaco son muy fáciles de encontrar. Actualmente no tolero los lugares cargados de humo y sencillamente en lugares así simplemente no entro. No siempre fue así, he fumado casi desde que tengo uso de razón, y he sido fumador empedernido de los de dos paquetes diarios, incluso no podía dormir si no me aseguraba antes el tener, al menos, un cigarrillo para el despertar, pues, ¿ cómo enfrentarse al nuevo día sin la dosis básica de nicotina?. Yo aconsejaría a todos lo fumadores que dejasen ese hábito, aunque sé que es difícil – soy el primer sorprendido de haber sido capaz de hacerlo, nadie habría dado un duro por mí, y yo menos que nadie, no sé cómo ha sido posible, pero así ha sido. Aconsejaría, pues, que dejasen el tabaco, pero me parece antidemocrático –y no suscribo- que se prohiba fumar en todos los bares y restaurantes, de la misma manera que me parecen una cursilada esas prohibiciones, por aquello del ejemplo, en los recintos escolares , y una patada a la razón esos corros de profesores fumando un metro más allá de la puerta del recinto.
Es curiosa la generosa plasticidad humana para la imbecilidad y la ceguera intelectual voluntaria, esta propuesta legal es un claro ejemplo de la voluntad de algunos-muchos de imponer al resto su particular visión del bien -y un ejemplo aún más claro de filisteísmo político-. El talante democrático –liberal- exige renunciar al BIEN y desarrollar una saludable tolerancia al mal. Aunque sé que esto último pone los pelos de punta –y de los nervios- a algunos píos. Feliz domingo.
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El artículo es interesante porque trata muchos aspectos del asunto. Yo no pretendo resumirlo para ustedes, así que les aconsejo su lectura. Pero coincido con Javier Marías, me parece antidemocrática esa postura: realmente los no fumadores tenemos nuestros derechos muy bien cubiertos legalmente, si alguien aguanta humos es sencillamente porque lo desea, espacios libres de humo de tabaco son muy fáciles de encontrar. Actualmente no tolero los lugares cargados de humo y sencillamente en lugares así simplemente no entro. No siempre fue así, he fumado casi desde que tengo uso de razón, y he sido fumador empedernido de los de dos paquetes diarios, incluso no podía dormir si no me aseguraba antes el tener, al menos, un cigarrillo para el despertar, pues, ¿ cómo enfrentarse al nuevo día sin la dosis básica de nicotina?. Yo aconsejaría a todos lo fumadores que dejasen ese hábito, aunque sé que es difícil – soy el primer sorprendido de haber sido capaz de hacerlo, nadie habría dado un duro por mí, y yo menos que nadie, no sé cómo ha sido posible, pero así ha sido. Aconsejaría, pues, que dejasen el tabaco, pero me parece antidemocrático –y no suscribo- que se prohiba fumar en todos los bares y restaurantes, de la misma manera que me parecen una cursilada esas prohibiciones, por aquello del ejemplo, en los recintos escolares , y una patada a la razón esos corros de profesores fumando un metro más allá de la puerta del recinto.
Es curiosa la generosa plasticidad humana para la imbecilidad y la ceguera intelectual voluntaria, esta propuesta legal es un claro ejemplo de la voluntad de algunos-muchos de imponer al resto su particular visión del bien -y un ejemplo aún más claro de filisteísmo político-. El talante democrático –liberal- exige renunciar al BIEN y desarrollar una saludable tolerancia al mal. Aunque sé que esto último pone los pelos de punta –y de los nervios- a algunos píos. Feliz domingo.
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18 comentarios:
Hombre, Serenus... Pues felicidades, Campeón.
Yo llevo 4 meses. La vez anterior llegué a cumplir los 5. En algún momento me pareció incluso sensual tanta advertencia. Me he ido a revisitar la entrada con la que celebraba la tonta vuelta al tabaco. (¡3 años!)
http://bleicca.blogspot.com/2006/12/la-crucecita-que-llevas-cuestas.html
Estoy de acuerdo contigo, aunque te confieso que a mí las prohibiciones sí me ayudan. En los institutos entiendo que habría que habilitar el espacio dentro, como en los aeropuertos. La sala de profesores era un asco cuando yo era pequeña. Se abría la puerta y salía la nube gris. Algunos profes mismos eran un asco así es que todo quedaba en casa. Aquí paz y despues gloria.
Ahora nos ponemos a la puerta de la verja y los chavales nos piden tabaco para medir su grado de madurez contigo, su atrevimiento delante de su compañeros, o algo más triste: simplemente su "simpatía". ¡Estamos fuera del insti, profe! (A veces se convierte en otra versión más del "diviértenos, profe, que si eres aburrido nosotros no aprendemos nada")
Voto por poder fumar en cualquier sitio y que le metan mano a la venta. De la misma forma, voto por que no me den bolsas de plástico, ni latas, ni vidrio no retornable para "su separación en origen" (¿Origen?).
Me siento como un hámster en su jaulita corriendo dentro de la rueda: por delante me alimentan con sus galletitas y por detrás me piden que les eche la caquita fuera, que las galletas con que me alimentan producen no sé qué gases y lo que expulso les huele a ellos mal. El caso es tenerme enredando con algo, plenamente convencida de mi buena actuación para con el mundo y mis semejantes, siguiendo para ello las pautas de no sé qué rito religioso que se inventan lo suficientemente difícil y complicado de realizar para que me consuma todo el tiempo y la energía que necesitaría para molestarles en otros campos.
Ni siquiera me parece una imposición del bien, fíjate. No la veo. Para mí en estas estupideces hay más una cuestión de control y poder.
Leicca, si llevas cuatro meses lo que te queda es ya muy fácil: no encender otro. Eso es todo. Funciona.
Yo llevo unos diez años sin fumar aproximadamente, aunque alguno ha caído en circunstancias excepcionales. No me atrae fumar, pero me produce alegría la gente que puede hacerlo. Cuando veo a una muchacha joven fumando me doy cuenta de que hay que ser muy joven para tener un cuerpo y poderlo machacar con gusto. Detesto esa mentalidad proteccionista que lleva a protegernos más allá de nuestras necesidades y sueños secretos. Siempre estaré más cerca de un fumador que de un no fumador-fanático o fundamentalista. No me he pasado al bando contrario. Simplemente no necesito fumar, pero disfruto secretamente de los que pueden hacerlo. La prohibición del gobierno que se avecina, abominable.
Lo que la ministra creo que no sabrá (lo que no es tradición es plagio) es que no hace más que lo que ya hizo Carlos IV, al que cada día se parecen más. En la Real Orden de 28 de abril de 1791 se regula lo concerniente a los cafés que "se cerrarán, en el invierno, desde el 1º de octubre hasta el fin de abril, a las diez de la noche y desde 1º de mayo hasta último de septiembre, a las once" Y en el artículo tercero de la real orden se prohíbe tajantemente fumar en los cafés, así como se indica que "en los cafés no se leerán gacetas ni otros papeles públicos"; por último, se prohíbe también hablar del gobierno en los cafés.
Me parece que estas dos últimas disposiciones no las conoce tampoco la ministra; sería bueno hacerle ver que ya van siendo necesarias.
Saludos cordiales.
Joselu,efectivamente, esto de dejar ciertos hábitos tiene poco que ver con la virtud y mucho con la necesidad.
Animal de fondo, muy opurtuna la rememoración. Yo en los cafés, como la gran mayoría, sólo leo el Marca.
Saludos a ambos.
A mi no me parece que la prohibición de fumar en establecimientos públicos sea antidemocrática, ni tampoco antiliberal.
Antiliberal no, porque no concierne al ámbito privado. Y antidemocrática tampoco, pues respeta el marco constitucional y emana de un govierno democrático.
Y, teniendo en cuenta que el puesto de trabajo rara vez es escogido libremente, la considero justa; es sencillamente injusto que alguien esté obligado, para poder ganarse el pan, a inspirar el humo dañino que otros expiran, en el mejor de los casos, por placer.
Salud.
Precisamente, Juanjo, la ley había dejado hasta ahora libertad al propietario del negocio para elegir si lo desea libre de humos o no (y en el caso de que el local excediese de un número de metros se le exige habilitar zona para no fumadores o fumadores), eso era democrático, pero imponer que la única posibilidad sea no permitir fumar es antidemocrático por mucho que emane de un gobierno democráticamente elegido. Y como de momento existe la propiedad privada pues me parece que también es antiliberal. Si yo soy propietario de un bar, y decido que en mi local voy a permitir fumar, lo que puede hacer quien no desee respirar humos es simplemente no entrar. Creo que lo demás, con todo respeto, juanjo, son pamplinas. O al menos a mi me lo parecen.
Si el fumador propietario de un establecimiento público no contrata a ningún trabajador,no tenemos problema, el cliente no está obligado a entrar, y es mucho más fácil cambiar de local que emprender un proceso judicial. Pero cuando un fumador y un no fumador se encuentran obligados, por contrato laboral, a compartir espacio y tiempo, ¿qué pasa entonces Serenus?
Por lo que se refiere a la propiedad privada, le recuerdo Serenus, que si consiste en un lugar público, en un lugar destinado al uso general, este uso, en un estado democrático, no debe poner en peligro la vida,
y todo establecimiento público, sea propiedad privada o no, debe, por tanto, cumplir ciertas condiciones sanitarias y de prevención de accidentes.
Por esa regla la protección de la vida deberían prohibir fumar en tu casa si tienes hijos. Ya me veo al Gallardón revisando las basuras de las familias numerosas en busca de las colillas. "¿Recicla usted señora?" "Sí." "Ajá. Muy bien. ¿y esta colilla?" "Me estoy quitando, señor guardia." "Ya, ya..." Y no te quiero ni contar tu ex-pareja, la que te puede montar. "Diez años intentando envenenarme, señor. Él no paraba de fumar en el baño, en la cocina, en la cama..."
Lo que yo te digo: ¡A la carga! ¡Es la guerra! ¡Todos contra el hámster!
(Me fascina el ser humano, cada día más.)
Juanjo,
Dice usted: “Cuando un fumador y un no fumador se encuentran obligados a compartir tiempo y espacio...” precisamente eso está perfectamente regulado en la ley actual: no se puede fumar en espacios públicos: escuelas, hospitales, autobuses, ascensores.. y todo el mundo entiende que eso es sensato –y se acata. En espacios de propiedad privada lo suficientemente amplios se habilitan zonas para fumadores o no fumadores. Sólo en pequeños locales se plantea la elección, puedes hacer de tu local una zona para fumadores o prohibirlo. Nadie te obliga a entrar en esos pequeños cuchitriles con humos. Ni por placer, ni por trabajo. Hasta aquí un ejemplo de posición democrática, y liberal. Con los derechos de todos razonablemente bien protegidos.
Pero parece que algunos –entre ellos el gobierno- no tienen bastante.. deciden hacer el BIEN y entonces deciden que en ningún bar o restaurante o similar se puede fumar –no vaya a ser que a un prohibicionista le dé un apretón por la calle y con la urgencia tenga que hacer de vientre en un retrete perfumado con Ducados.
Saludos cordiales.
Un estado democrático y liberal deja obrar al individuo libremente en la medida en que su acción no perjudique la vida de otro_ individuo, que es precisamente el objetivo de la próxima ley antitabaco. Los casos que presenta, Leicca, son de otra categoría, pertenecen al ámbito privado, y aquí la ley no entra; no podemos decir, pues, que sea antidemocrática ni antiliberal.
La ley vigente, Serenus, no proteje suficietemente los derechos (libertad) de quien no quiera fumar. Por ejemplo, un camarero, ¿qé puede hacer ahora_ un camarero que no quiera perjudicar a sus pulmones con el humo del tabaco? Decir que cambie de local o empleo sería ignorar que ahora_ no tiene libertad para hacerlo.
Efectivamente, no entra. Sólo saco la cosa de la revisión de las basuras, que para mí es un síntoma de la misma enfermedad.
Tampoco quería yo entrar en discusión sobre ello. Leo, escucho, hago mis extrañas asociaciones de ideas, y veo venir el absurdo, independientemente de lo democrático o lo antidemocrático de ésta o aquélla medida, porque para mí hace mucho que es "lo de menos".
(Y lo digo con tristeza, no se crea.)
Juanjo ¿qué hacemos con el empleado de una gasolinera que no quiera perjudicar sus pulmones o su semen con los vapores de la gasolina? -tampoco parece que esté en situación de cambiar de trabajo- creo quizá deberíamos asumir que cada profesión tiene sus riesgos. ¿Podría un camarero negarse a servir alcohol - objeción de conciencia por motivos éticos- al observar los estragos que esta sustancia provoca en honrados ciudadanos y en sus familias.. enfermedad, ruina, suicidios etc?.
Leicca, la Müllpolizei es una realidad. Pronto la tendremos también por aquí.
Saludos.
Llegará el día, Serenus, en que se prohíban los carburantes contaminantes, y a mí no se me ocurrirá la idea de criticar tal prohibición diciendo que es antidemocrática y antiliberal.
Salud, amigo.
Espero que no estés sugiriendo que se me ocurrirá a mí. Espero con ilusión que energías no contaminantes sustituyan a las actuales, y desearía que su introducción se haga siguiendo pautas democráticas y respetuosas con los derechos individuales.
¡No, por favor! Lo que quiero decir es que el hecho de no poder mejorar la situación laboral de ciertos trabajadores (por ejemplo, empleados de gasolinera) no justifica que no se mejore la de los que sí se puede (por ejemplo, camarerros).
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