sábado, 26 de marzo de 2011

Pedagogías de clausura

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El hombre libre no debe aprender a la manera del esclavo.
Platón

Sin embargo, y pese a Platón, uno tiene la sospecha de que la instrucción pública produce más servidumbre que libertad.

Es paradójico que nuestros centros de enseñanza pública hayan devenido en estos institutos clausurados donde no se reconoce a un adolescente -cuando no a un joven- ni el criterio para decidir si desea comprar el bocadillo en el bar de la esquina -o tomar el sol tras las verjas del centro- aprovechando un tiempo libre . Y esto lo hacemos al mismo tiempo que términos como crítica, autonomía, democracia, responsabilidad... saturan cualquier discurso pedagógico.

Esto sólo tiene una explicación: el temor y las falsas seguridades. Los padres se sienten "tranquilos" dejando a sus hijos a buen recaudo. Los profesores, que también son padres, son del mismo parecer... y de paso no renuncian a agradar a la clientela. Y los políticos ya sabemos: ante todo no indisponerse con el ciudadano por minucias. Así queda todo perfecto y bien cuadrado.

Sólo se nos escapa un detalle; el encabezado de Platón y aquel antiguo adagio: aprender a la fuerza es como escribir sobre el agua.
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7 comentarios:

Joselu dijo...

Has evidenciado una contradicción palmaria en el sistema educativo. Los centros de enseñanza lo son también de reclusión, pero a la vez se reclaman conceptos como los que has señalado: autonomía, sentido crítico, responsabilidad. Todo ello en un marco con rejas. Creo que se trata a los adolescentes como impedidos intelectuales a la vez que se propugnan grandes términos que entran en contradicción con la realidad. El resultado final es la puerilidad que se manifiesta cada vez con más fuerza, pero de ésta no se escapan tampoco los docentes que han asumido "por imperativo administrativo" también el proceso de de infantilización pedagógico. Entre rejas no puede darse el sentimiento de libertad sino como negativo de la realidad.

Non Sola Scripta dijo...

Uno de los factores que más ha contribuido al deterioro del ambiente de convivencia (por llamarlo así) en los institutos españoles, y del que apenas se habla (supongo que por lo irreversible), es la asunción por parte de los institutos del primer ciclo de la secundaria.

Los artífices logseanos, al más puro estilo polpotista, enlazaron así al niño con el adolescente y con el joven, infantilizando eo ipso a éstos últimos. El centro se adapta inmediatamente a su nueva situación, la de contener niños, con lo que la puerilización del ambiente es inevitable.

Además, los niños arriban con sus respectivos maestros, quienes aderezan a menudo pasillos y vestíbulos de coloridas cartulinas y manualidades diversas, esto es, aportando su grano de arena a la conversión del instituto en colegio. (Y, para colmo, ¡tienen voz y voto en decisiones del claustro que versan sobre 4º de ESO o Bachillerato!).

Los colegios, con sus maestros pedagógicamente entrenados y anímicamente dispuestos al trato con niños, con sus toboganes y sus cosas, lucen perfectamente para albergar a ese primer ciclo de la secundaria (¡!). ¿Quién, de hecho, está satisfecho con que los niños estén en el instituto? Ni los directamente implicados, ni los padres, ni los profesores, sospecho. Para nadie ha sido bueno, para nadie. (Aparte de los maestros que acceden, al fin, a la ansiada jornada continua).

Y, mientras, como acertadamente señala tu reflexión, los bachilleres, a puerta cerrada y régimen de profesor de guardia. No vaya a ser que crezcan demasiado.

Serenus Zeitbloom dijo...

Joselu y Non solo scripta
Parece que coincidimos en lo nefasto de esta infantilización progresiva de los institutos. Una tendencia que no veo trazas de variar. ¿Se atreverá algún gobierno a desmontar el despropósito educativo despropósito educativo?
Gracias por dejaros caer por aquí y por vuestros comentarios.
Saludos.

Serenus Zeitbloom dijo...

Non Sola Scripta... disculpe el error al escribir su nombre :)

Leicca dijo...

Hoy ando twitteando una frase de un profe compañero que se nos jubila este año, después de 37 años al pie de la pizarra como maestro, enseñando las matemáticas, y enseñando cada vez menos:

"Enseñar al que no sabe es una obra de misericordia, pero enseñar al que no quiere no deja de ser una gilipollez".

Leicca dijo...

Un saludo, Serenus.

Vuelvo, vuelvo... parece, que no está el mundo muy fino como para abandonarlo a su suerte, pobrecillo.

¿Cómo van esas hortalizas? :)

Serenus Zeitbloom dijo...

Vuelva, leicca, vuelva pero para quedarse.

un saludo