viernes, 4 de mayo de 2007

Lenguaje y liberación.

Impresiones desde Contra la censura de Coetzee.


Cuando
Solzhenitsin emprendió su obra literaria tuvo primero que deshacerse del lenguaje “soviético”. Debió acometer una profunda tarea filológica para retornar a la lengua rusa anterior al 1917 y desenterrar la lengua rusa clásica. La importancia de esta tarea nos puede pasar desapercibida pero es absolutamente esencial.

En un orden mucho más modesto cuando criticamos determinados estados de cosas de nuestro tiempo, por ejemplo, el estado de la educación, deberíamos tener muy en cuenta el ejemplo de Solzhenitsin y deberíamos rastrear en la lengua para evitar y sustituir todas las expresiones del nuevo paradigma por sus más cercanos equivalentes en la lengua clásica, si conseguimos esto nos habremos liberado ya en gran medida de aquello que rechazamos. Si no somos capaces de deshacernos de su lenguaje no podremos liberarnos de su influencia; todos nuestros esfuerzos argumentativos servirían para apresarnos más aún en lo que detestamos.

Así, en la novela de Orwell con la neolengua se pretendía que el crimental se tornara imposible al no haber lenguaje con el que llevarlo a cabo. Deberíamos, pues, atender a todo lo que en nuestro lenguaje está contaminado de neo-lengua y procurar restablecer las formas clásicas, que es la lengua en la que habla el vecino salvo que éste salga de una Facultad de Teoría de la Educación.


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