sábado, 17 de mayo de 2008

Estilo.

Estas hojas no serán propiamente más que un informe diario de mis ensoñaciones. Se tratará mucho de mí, porque un solitario que reflexiona se ocupa necesariamente mucho de sí mismo. Por otro lado, cuantas ideas extrañas pasen por mi cabeza al pasearme, encontrarán aquí su sitio. Diré lo que he pensado tal cual me viene y con tan poca ilación como la que las ideas de la víspera suelen tener con las del día siguiente (....)

Que espíen bien lo que hago, que se inquieten por estas hojas, que se apoderen de ellas, las supriman, las falsifiquen, ya todo me da igual.

Jean-Jaques Rousseau. Las ensoñaciones del paseante solitario.

Perfecta entrada para iniciar un blog. Incluido el toque delirante final: provocativo, paranoico y victimista . ¿Quién no leería una bitácora que se iniciase con esta declaración? yo al menos no podría evitar hacerlo. Sólo me lo impediría que las entradas fuesen demasiado extensas; la dificultad lógica y conceptual no es apropiada a estos juegos electrónicos, pero lo lírico-personal pierde intensidad en relación directa a la extensión del escrito. De hecho, esta es mi objeción a las Ensoñaciones de Rousseau: creo que sus paseos me gustarían mucho más de haber sido más cortos – a la vez que pienso que con solo diez paseos no es posible ponerse en forma. Tal como nos ocurre a muchos cuando nos proponemos mejorar nuestra condición física; nos damos un par de palizones con la bicicleta y no la volvemos a tocar en un par de años. Es curioso que Rousseau comience comparando sus Ensoñaciones con los Ensayos de Montaigne, a los que atribuye una motivación totalmente opuesta a la suya propia: “ pues él no escribía sus Ensayos sino para los demás, y yo sólo escribo mis ensoñaciones para mí”, afirmación que por otra parte no es de ninguna manera creíble; el intimismo de Rousseau es claramente exhibicionista –acaso todo intimismo esté reñido con la intimidad.

Me llaman para la cena.

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