Herr Echt había crecido viendo a su padre fabricar sombreros. Algunas veces visitaban a amigos de la familia, también a rivales –la competencia, los llamaba su padre- que como ellos se dedicaban a la fabricación de sombreros, no hubiese sido buena táctica ignorar lo que hacían los rivales. El arte tenía sus secretos: la calidad de los materiales, el tiempo dedicado... pero también estaba sujeto a la moda, a los gustos variables del público, ora triunfaba este material, ora aquel otro, esta forma o aquella... se debía estar atento al vaivén de los gustos. En el mundo de los sombreros no podía uno dormirse. Y él no era de las personas que se dejaban sorprender. Pero, más tarde, en la gran factoría todo fue muy diferente; verdaderamente al gerente le importaban muy poco los sombreros, su interés se acababa en conseguir un balance positivo cada final de año, al encargado de planta sólo le importaba quedar bien con el gerente, el supervisor de nuevas tecnologías deploraba y desconfiaba del arte –y del artesano- a su juicio obsoleto y reaccionario. No había comparación entre los sombreros de la factoría y los que había fabricado su padre, pero eso era algo que no importaba a nadie. Lo importante es que ahora se fabricaban más sombreros y más baratos... aunque el público iba disminuyendo –y eso acabaría por ser un problema. Pero antes de que esto ocurriese despidieron a Herr Echt de la factoría o quizá tan solo se jubiló o se extravió de vuelta a casa o enfermó o murió –de forma natural, queremos creer. Bueno, que más da lo que le ocurriese al dichoso Herr Echt, simplemente su tiempo había pasado, como no mucho después pasó el tiempo de los sombreros.
Muchos se alegraron de la suerte de Herr Echt. Pero no vayan a creer que fue por venenosa inquina, sean sinceros: ¿acaso no vivimos mejor sin sombreros ni sombrereros?. Yo en el campo uso boina, y en la playa me las apaño con una gorrilla con visera.
2 comentarios:
¡Eso no te lo crees ni de broma!... :) Sí, sí, te apañarás con una boina o con una visera, pero seguro que nos seguirá matando la nostalgia o la culpa: ¡un sombrero de ala ancha!... ¡un sombrero de cuero!... ¡un gran sombrero de paja!... ¡un sombrero imposible!...
Seamos sinceros, sí que nos importa...
Y un bombín¡
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