viernes, 12 de septiembre de 2008

Tecnología y educación.


He reflexionado sobre el post de ayer y sobre lo que en él intentaba decir – no es más fácil entenderse a sí mismo que a los otros (parafraseando a cierto oscuro conferenciante: no sólo los otros son lo otro, también lo es el sí mismo). La escritura es un ejercicio destinado a la comunicación a distancia con los otros, pero de comprensión de sí mismo; una pugna por darse a los otros y también por alcanzarse a sí mismo-. ¿Qué es lo esencial que quería trasmitir y hacerme claro a mí mismo? ¿una critica a los derroteros pedagógicos de la escuela en España? ¿una crítica a la pobreza de medios materiales de esta misma escuela?, ¿una queja por los insuficientes recursos en “mi escuela”?

En realidad creo que lo único relevante –lo único que considero valioso- está expresado en esa imitación a la manera wittgensteniana: “Cuando todos los problemas tecnológicos estén resueltos, los problemas de la educación no habrán sido ni siquiera rozados”. Esta frase es cierta y a la vez no lo es dependiendo de la educación que queramos y del papel que otorguemos a la tecnología en ella. Tal como yo quiero entenderla, su fundamento es la palabra, el habla –la voz-, la escritura y la lectura, por supuesto han de añadirse los elementos pictórico y musical (pero no pretendo un tratado exhaustivo). Este modelo lo llamo “humanista”, a este modelo me refiero cuando digo que lo tecnológico no resuelve lo educativo. Podemos escribir con una pluma de ave o con un teclado en un Mac de última generación, podemos leer un libro colocado en nuestras rodillas o leerlo en ediciones digitales de las que desconocemos su asiento físico, podemos hablar con la persona que tenemos delante o con un emisor en las antípodas, podemos visitar físicamente un museo, un teatro, un cine o hacerlo desde nuestro portátil, cada uno de estos medios tiene sus ventajas y sus inconvenientes (los libros digitales ocupan menos espacio, pero quizá no sean muy buenos para la vista, el teclado puede ser muy limpio, pero quizá no es bueno descuidar la sintonía de la mano y la mente para realizar trazos... ). En resumen los problemas educativos son los mismos con independencia de la tecnología, y un profesor no es mejor ni peor por ser un experto en el uso de las nuevas tecnologías. Por supuesto que la evolución tecnológica general acarreará cambios en las tecnologías educativas –y todos los iremos adoptando... Eso no puede negarlo nadie en su sano juicio, pero los problemas educativos continuarán ahí (motivación, aprendizaje... ) con independencia de las tecnologías, y el educador continuará luchando contra esos problemas con los nuevos medios de que disponga. No se motiva más ni mejor con un libro que con una pantalla del tamaño de una pared, aunque la novedad puede ser un acicate para la atención, cuando esa novedad se pierde una pantalla tridimensional puede ser un solemne aburrimiento; el problema -los problemas- siguen ahí, y su solución es la tarea del educador, bueno o malo, ya sea manejando tecnología digital o sílex, ya sea el objetivo comentar un texto, comprender las leyes de la termodinámica o cazar bisontes.

El problema educativo no es el texto, ni la física, ni el bisonte. El problema educativo consiste en decidir qué contenidos deben enseñarse y ser capaz de hacerlo, y esa capacidad es la medida de su éxito o de su fracaso.

Esto último abre a otra consideración acerca de la educación y sobre el papel de la tecnología; se trata de una vieja aspiración, tan antigua como la versión humanista, tan antigua pero menos quimérica en el presente.

Esta vieja aspiración la trataba de forma paródica Jonathan Swift en los Viajes de Gulliver, uno de sus inventores (los proyectistas de la Academia de Lagado, curiosamente se habla mucho últimamente de educación en proyectos) había dado con un increíble método pedagógico: aprender comiendo; aquello que debía aprenderse –una fórmula por ejemplo, se escribía con tinta en una oblea, al derretirse la oblea la fórmula por medio de la tinta pasaba directamente al cerebro. El esfuerzo queda limitado a la digestión, y la motivación se resuelve dando a cada cual las obleas con su sabor preferido: “aprenda y domine el chino en un año sin esfuerzo, disfrute además de su exquisita gastronomía, estuches con 100 obleas con sabor a sus manjares favoritos, rollos de primavera, cerdo agridulce, sopa de aleta de tiburón..

¿Una broma? No tanto; Aldous Huxley daba una nueva versión de esta vieja aspiración: aprender durmiendo, la hipnopedia, viejo sueño de todo estudiante en las noches de agobio ante los exámenes: ¡quién pudiese acostarse, ponerse una cinta y amanecer con el temario aprendido!; viejo sueño de todos los tiranos: ciudadanos dormidos y obedientes, nada de disidencias y discrepancias; Un Mundo Feliz gracias al avance de técnicas de manipulación genética, modificación de conducta, propaganda etc. Esta concepción de la educación como mera modificación de conducta y creación de tipos humanos es hoy pensable como posibilidad real con la ayuda del desarrollo científico y tecnológico en los campos de la biología, neurología, genética, comunicaciones, cibernética...etc.

De esta manera la tecnología resuelve los problemas educativos suprimiendo la educación misma y convirtiéndola en otra cosa.

Los problemas educativos no se resuelven, sólo se disuelven. No salimos de Wittgenstein.


2 comentarios:

Desde la caverna de Platón dijo...

He leído tu comentario en mi blog. Efectivamente, la próxima reforma es lo que ya tenemos. Pero quería comentarte una frase de esta entrada ("Tecnología y educación"). Dices: "Esta concepción de la educación como mera modificación de conducta y creación de tipos humanos es hoy pensable como posibilidad real con la ayuda del desarrollo científico y tecnológico en los campos de la biología, neurología, genética, comunicaciones, cibernética...etc." Digamos que la pesadilla se ha vuelto más intensa, más tangible. Porque, de un modo u otro, siempre la "educación" ha pretendido la "modificación de la conducta y la creación de tipos humanos". Los padres, el señor cura, el jefe de la tribu... Por esta razón, para lo que pienso que debería ocurrir en el sistema educativo prefiero el término "enseñanza" (vilipendiado por las hordas psico-pedagógicas). De cualquier modo, da igual. El mero hecho de que la asignatura de moda, EpC, haya sido colocada a partir del deseo europeo de paliar los desmanes de una juventud alocada mediante terapia educativa ciudadana, revela ya de algún modo la retorcida intención Ilustrada de gobernar las conductas desde las aulas (educar en la enseñanza), no como actividad secundaria, sino como intención prioritaria. No vamos así a ningún sitio, porque ni siquiera serán suficientemente inteligentes para lograr la pretendida manipulación cerebral (digamos que son "Grandes Hermanos" de pacotilla). Lo que tenemos es ni una cosa ni la otra. O sea, nada.
Te cito en mi blog, si me lo permites.
Un fuerte abrazo.

Serenus Zeitbloom dijo...

Gracias por tu extenso comentario, coincido con lo expuesto.
Creo que el término "educación" ( a pesar del uso perverso que se ha hecho de él) es sinónimo de "enseñanza" y que por tanto no debemos renunciar a él -al contrario debemos usarlos indistintamente) . Lo que hay que aclarar es qué tipo de educación- enseñanza debe impartirse en nuestros centros, y aquello en lo que no deberían convertirse...

Y por supuesto te permito que me cites en tu blog.