domingo, 8 de febrero de 2009

Un pantera en el sótano


Después de leer “Contra el fanatismo” -por recomendación y en generoso préstamo para aliviar la cuesta de enero- decidí seguir con Amos Oz con la intención de conocer algo de primera mano sobre Israel. Reconozco sentir simpatía por el pueblo judío, aunque mi conocimiento es más bien escaso y difícil de mejorar dada mi naturaleza dispersa y mi falible memoria. Pero recuerdo haber disfrutado sobremanera con la lectura de Los Judíos, historia de un pueblo de Howard Fast (del que apenas me ha quedado solo una idea brumosa de La Diáspora) y mucho más aún con Las historias de Jaacob, primera parte de José y sus hermanos, de Thomas Mann (como prueba de mi dispersión: no he continuado la tetralogía).

Una pantera en el sótano me ha permitido recrearme en el ambiente del Jerusalén inmediatamente anterior a la creación del estado de Israel; un ambiente sobre el que pesaba reciente la persecución y la matanza en Europa, el sentimiento de sentirse solos, rodeados de enemigos, y odiados siempre y en todas partes.

Yardena, una joven por la que Profi –el niño protagonista y narrador de la historia- está fascinado, le dice al niño: “Lo que tú tienes de especial es que todo lo que cuentas realmente se puede ver”. Al leer este afirmación, pensé: “Eso es lo que tiene de especial la novela, sobre todo cuando es auténtica”, al leer este libro me pareció estar viendo Jerusalén, la piedra, el sol calcinante del verano y la sombra, los soldados británicos, el fieltro verde de la mesa de billar, los disparos lejanos y retardados en la oscuridad, los patios, las aldeas árabes del desierto...

Y la historia que refiere el padre mientras esperan oír en la radio los resultados de la votación de la ONU:

“...me contó con voz sombría cómo era cuando él y mi madre eran niños y vecinos en una pequeña ciudad de Polonia. Cómo los maltrataban los matones del barrio [...] que una vez lo desnudaron en clase, delante de las chicas y de mi madre, para reírse de su circuncisión. Su padre o sea mi abuelo, uno de los abuelos que después Hitler asesinó, fue con traje y corbata de seda a quejarse al director, pero al salir del despacho lo cogieron los matones a él y también lo desnudaron por la fuerza, en la clase, delante de las chicas. Y aún con voz sombría, mi padre me dijo: “Pero desde ahora habrá un estado hebreo” ... “

Y para acabar una pregunta:

¿ Y cuál es la otra cara de lo que realmente ha pasado?


6 comentarios:

Pascual González dijo...

"Una pantera en el sótano" me pareció una novela magnífica. Pero si te quedaste con ganas de seguir leyendo recreaciones del Jerusalén de los años 30, te recomiendo "Una historia de amor y oscuridad", el libro de recuerdos familiares de Amos Oz.Es bastante más largo, pero a mí al menos me resultó apasionante.

Serenus Zeitbloom dijo...

Tomo nota Pascual

Anónimo dijo...

Hola soy Fatemeh desde Iran

Joselu dijo...

Para mí la historia del pueblo judío es un misterio. Cruzaron el Sinaí camino de la tierra prometida hace tres mil años (no estoy muy fuerte en cronología)y encontraron allí tras mil penalidades en el desierto a otros pueblos a los que vencieron como los filisteos... Entendieron que aquella tierra era la suya por designio divino y se consideraron siempre un pueblo elegido. Nosotros somos descreídos y no creemos en Yahvé ni en designios que eligen a un pueblo. El mito se apodera de los hebreos y consideran aquella tierra como suya tras bastantes batallas. Allí hacen su historia, hasta que Diocleciano los expulsa. Los romanos solían entenderse con todos los pueblos en cuestión de dioses, pero los judíos no se avenían con una idea insólita en aquel momento. Sólo hay un dios. Los romanos no los entendieron, ni aceptaban su terquedad. Vino la diáspora y tuvieron que exiliarse después de ser derrotados y destruido su templo. Casi dos mil años después, tras un genocidio terrible, tuvieron la oportunidad de volver a la tierra que consideraban suya porque lo decía el libro sagrado. Seis millones de masacrados fue el peaje que pagaron para que las Naciones Unidas les otorgaran un lugar donde vivir y asentarse. El resto ya lo sabemos. Me asombra la contumacia de este grupo de personas llamadas judíos en retornar a la tierra que consideran suya por mandato divino. Pero yo no creo en Yahvé. Me admira su historia y la cohesión entre ellos. No he leído el libro que citas.

Serenus Zeitbloom dijo...

Joselu

Seguro que te gustará, y se puede leer en un fin de semana.

Hoy mismo he conducido más de 30 km para acercarme a unos grandes almacenes y conseguir el libro que Pascual me ha recomendado; éste es bastante más voluminoso, pero me parece que será mucho mejor aún.

No es la religión lo que me atrae, pues la desconozco casi totalmente. Hay un libro que suelo estar tentado de comprar es El Judaismo de Hans Küng, ¡pero hay tanto para leer!.. que lo descarto.

Quería continuar la trilogía de McCarthy en la frontera y de pronto me veo trasladado a Palestina...

¡Qué Diáspora la mía!


Fateme, bienvenida.

محمد مهدی رضائیان dijo...

Hola desde Iran