viernes, 20 de agosto de 2010

El gusto y los toros






A veces, en las tardes de agosto, me excedo en mis comentarios:

Es cansina esta polémica de los toros -para alguien que, como es mi caso, no ha pisado una plaza de toros desde la tierna edad de siete años.

La clave de todo este asunto de los toros está en tu post anterior: cambio de perspectiva. Una cuestión de Weltanschauung [bonito término que me ha recordado Joselu]. No es una cuestión de gustos individuales. Tus corridas de perros no se conectan con ningún sistema de vida -otra cosa son las comidas de perros en Korea.

Ayer veía en un blog amigo de éste [de ese] un video que mostraba como un grupo de turistas adolescentes salían llorando a moco tendido de la Monumental tras haber asistido a un espectáculo taurino [puede el lector encontrarlo en Youtube, es un tipo de contenido no permitido en Waldenland25, aparte de que deja mayor espacio a nuestra imaginación ]. Las chicas se apresuraban a poner su firma ante el papel que los antitaurinos -en iniciativa popular- allí apostados le ofrecían, las jovencitas no podían contener el llanto y solo acertaban a balbucear: "Es horrible, es horrible, nosotras creíamos que era un juego con el toro, no esto, no esto, es horrible, es horrible". Supongo que las entradas para el espectáculo se las facilitarían los antitaurinos de guardia [esto es sólo un supuesto metodológico, sin compromiso óntico]. Y la verdad me parecen un poco crueles (los antitaurinos), porque si se trataba de provocarles repugnancia ante la llamada "fiesta nacional" se podrían haber ahorrado la sangre, bastaría con haberlas llevado a degustar un rabo de toro, o unas criadillas, antes de llevarlas a la plaza , de seguro que su interés por la fiesta habría acabado allí. Pero claro, ellas llegaban desde del Burger King, o desde el Hard Rock, donde la carne se solapa entre patatas fritas, ketchup y coca-cola.

Creo que la prohibición en Cataluña -como antes en Canarias- se entiende fácilmente desde esta perspectiva: es una cuestión de cultura; una cultura es una forma de vida y para la mayoría de los ciudadanos catalanes -y más aún para sus diputados- esa forma de vida es experimentada como ajena. Y no negarán los corre-bous porque los sienten como propios. No hay más.

Otros se han criado entre cercas de ganado -bravo o no- , han dormido la siesta bajo las encinas en el mes de agosto escuchando a las chicharras, comen el cordero que han visto nacer.
Son formas de vida. Culturas. Y las culturas vienen exterminándose unas a otras.

Ayer caminaba yo ufano con mi precioso Bobtail de mil euros, cuando tras de mí una señora mayor -con problemas de audición- exclamaba "això què és!! mare quin gos més chanco..!!".
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5 comentarios:

Joselu dijo...

Yo estoy de acuerdo con los antitaurinos en considerar que es un espectáculo muy cruel (aunque nunca he asistido a una corrida en directo), que el animal sufre durante unos terribles quince minutos, que al final el toro pide la muerte para acabar el suplicio... Es cierto todo eso. Sin embargo, tengo la impresión de que nos hemos acostubrado a una a visión edulcorada del mundo tipo Heidi o canal Disney en que el mal, el sufrimiento o el horror no existe. Queremos que nos muestren un mundo limpio, sin dolor, sin crueldad, aséptico, algo así como un inmenso parque temático artificial pero confortable. Pero el mundo no es así. La realidad del mundo es terrible. Sólo hay que pensar en África (hoy leía una crónica sobre la incidencia del cáncer sin medios paliativos para enfrentarlo), en las inundaciones de Pakistán (a las que no se ha prestado ninguna atención a diferencia de Haití donde hubo una movilización clara), la explotación de la mujer en el mundo... Los toros nos presentan un mundo en que el dolor existe y eso a esos turistas ingenuos les produce bascas (pobrecillos...)y a los animalistas les lleva a cuestionar dicha tortura. Yo lo veo como un símbolo, como una lucha, que, aunque se suprima por razones humanitarias, no dejará de existir lo que no nos gusta pero nos llevará a pensar que el mundo disneysiano tiene mayor entidad. ¡Qué feo es el mundo! ¡Que apaguen la luz para no verlo!

Serenus Zeitbloom dijo...

..y tras el estupendo aspecto físico de estas jóvenes turistas americanas o australianas está la sangre -camuflada en el ketchup- del ganado degollado.

Homo lupus dijo...

No hace falta irse a la carne degollada. ¡La leche! En EEUU, donde es legal (no así en España, todo hay que decirlo), los matarifes reconocen qué reses han sido alimentadas con la hormona bovina del crecimiento (somatotropina) porque pueden romper sus pelvis con sus propias manos: tal es el deterioro del organismo de las vacas lecheras, que han pasado de una media de vida de veinte años en las granjas tradicionales a un ciclo de tres en las industriales, tras ser explotadas de forma intensiva.

Por eso encuentro que manifestarse por la prohibición de la lidia después de desayunarse un café con leche es un gesto vacío, por incoherente. Cuando, además, lees que en España el número de veganos no llega a 40.000, pero que sólo en Cataluña se han recogido 180.000 firmas contra los toros... ¡pues eso... como que no resulta muy coherente!

En fin, entiendo que a la mayoría le parezca inaceptable el maltrato animal y prohíba la lidia a una minoría, pero si esa mayoría que sustenta políticamente la prohibición es cómplice después de prácticas aún más tremebundas con los animales, debe denunciarse que la base social del movimiento antitaurino realmente existente está instalado en la impostura y la autocomplacencia.

Serenus Zeitbloom dijo...

Homo Lupus

Muy lúcidas tu intervenciones en "los monos también curan". Gracias por pasarte por aquí y dejar una muestra de esa lucidez.

Algo bueno tiene esta polémica: España entera se ha puesto a argumentar... ¡aunque aparece cada silogismo!

Homo lupus dijo...

Gracias a ti, Serenus, por el blog.