lunes, 14 de enero de 2008

El espíritu y la carne.


He disfrutado, nuevamente, de una gran experiencia lectora con Esperando a los bárbaros. Quiero invitar al lector –si lo hubiese- a reflexionar sobre uno de los temas centrales de la novela: la tortura.

Vinieron a mi celda para enseñarme el significado de la palabra “humanidad “, y me enseñaron mucho en el espacio de una hora”. La condición humana se revela transparente en el dolor de la carne. No somos razón, ni espíritu; en la tortura el ser humano se revela como un cuerpo, que puede abrigar ideas de justicia sólo mientras esté ileso y en buen estado, y que las olvida tan pronto como le sujetan la cabeza y le meten un tubo por la garganta y echan por él litros de agua salada hasta que tose y tiene arcadas y sufre convulsiones y se vacía..

La tortura muestra nuestra verdadera condición, al mismo tiempo que nos destruye en lo que creíamos ser, en lo que constituye nuestro orgullo como humanos, en lo que creíamos que eran razón y civilización. Revelación y aniquilación se relacionan de forma paradójica con cuerpo y razón, con animalidad y espiritualidad; se revela nuestra esencia animal, la carne dolorida –carne, nervios, tendones, huesos, sangre- en la víctima, y paradójicamente nuestra naturaleza espiritual, civilizada, en el verdugo, especialista en saber infligir dolor. Aniquila toda idealidad en la víctima, pero esa aniquilación es causada por aquello que la origina: la civilización, la razón y el espíritu.

Nos podemos preguntar, como se hace en la novela, cómo puede el verdugo comer con las mismas manos con las que aplica la tortura, cómo puede lavarlas, qué tipo de exorcismo será necesario. Y sin embargo, todo parece indicar, que el torturador se lava con simple jabón para eliminar la suciedad física y los gérmenes de la carne, adorna su despacho con un jarrón de flores frescas y se perfuma por las mañanas.

Nos podemos preguntar, también, si puede la víctima recuperar su “anterior humanidad” y su vitalidad , tras el quebrantamiento de su cuerpo y de su espíritu, tras la humillación espiritual y el dolor en la carne. Y, quizá aquí, la salvación –si fuese posible- está en la carne. En el mendigo que se arrastra hasta los desperdicios de los otros, a las basuras, y piensa:

Quiero volver a estar gordo, más gordo que nunca. Quiero oír el gorgoteo satisfecho de mi panza cuando cruce las manos sobre ella, quiero sentir cómo se hunde la barbilla en la mullida papada y como se bambolea el pecho al caminar. Quiero una vida de satisfacciones sencillas. No quiero (¡vana esperanza!) volver a pasar hambre.

¿Quizá desde la carne renacida y deseante vuelva engendrarse la civilización destruida?

Tengo la barba recortada, llevo ropa limpia, he reanudado la administración legal..

Y la construcción-reconstrucción del mundo y la propia individualidad:

Estoy acostado en el colchón y me concentro en dar vida a mi propia imagen como un nadador que avanza con brazadas uniformes e incansables a través del tiempo, un medio más inerte que el agua, sin olas, ubicuo, incoloro, inodoro...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que en la tortura la condición humana "se revele transparente" es dudoso. Quizá en la tortura un aspecto, un gragmento, una parte, en definitiva, de lo humano se manifiesta como la única. El torturado quizá nunca vuelva a recuperarse totalmente. Estará siempre partido. Cabría preguntarse 'si esto es un hombre'.

Anónimo dijo...

De acuerdo, pero esa parte, ese fragmento tiende a ser ocultado, y creo que es la punta del iceberg, estirando de ese hilo podríamos ver muchas cosas.

El libro de Coetzee no me pareció pesimista.. no lo sé.

Anónimo dijo...

Desde luego que dan ganas de leer el libro, después de un post tan sugerente y que puede dar para tanto.

Sin tu permiso, pero espero que con tu comprensión, me permito añadir, entre paréntesis y en negrita algo a una interesantísima frase del post:

"Aniquila toda idealidad en la víctima, pero esa aniquilación es causada por aquello que la origina: la (in)civilización, la (sin)razón y el espíritu".

No añado nada respetco al espíritu porque, por más que se empeñara Hegel, no tengo del todo claro qué tiene que ver con lacivilización y la razón. Y digo que no lo tengo claro personalmente.

P.D. ¿Cómo que "lector si lo hubiera"? Por supuestísimo que los hay.

Saludos.

Anónimo dijo...

Recomendar libros es arriesgado -no creo que sea muy deseable tampoco. Pero Coetzee creo que es un escritor que merece ser leído.

Anónimo dijo...

Parto de la base de que no he leído a Coetzee y, por tanto, la opinión que yo pueda dar no puede responder al texto ni al autor.
Creo que la "condición humana" no solo se revela con ten ransparencia en el dolor de la carne.
Supongo que ese dolor de la carne se hará extensivo al dolor "no carnal", al sufrimiento psicológico, que puede ser terrible.
Por otra parte, quizá se revele igualmente en el antagonista, quien provoca el dolor.
Pero tampoco sería completa la revelación, por su unidimensionalidad.
En realidad, me da la impresión de que la condición humana, multidimensional, se revela en todo lo humano que, a veces, es inhumano (porque solo los humanos somos capaces de llegar a la inhumanidad), pero siempre compleja.
Es posible que no haya entendido nada, pero eso es lo que me suscita el post y por eso aquí lo dejo.
Saludos.

Serenus Zeitbloom dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Serenus Zeitbloom dijo...

Gracias,Illaq, por el comentario.
Creo que tu comentario coincide esencialmente con el de samsa.

Illaq, puede que efectivamente esta visión sea unidimensional, pero como contesté a Samsa:

"de acuerdo, pero esa parte, ese fragmento tiende a ser ocultado, y creo que es la punta del iceberg, estirando de ese hilo podríamos ver muchas cosas."