Algo que caracteriza este tiempo, al menos en la realidad inmediata y concreta en la que vivo, es la ausencia de sabiduría. De ella tengo noticias por los libros y por referencias de mis mayores y maestros. Pero a mis ya no pocos años puedo decir que no conozco, ni he conocido ningún hombre sabio. ¿Será la sabiduría –mejor dicho el hombre sabio- un mito o peor un cuento?. Algo tan poco real como los Reyes Magos, el Monstruo del Lago Ness, el Ratoncito Pérez. He conocido hombres a los que calificaría de honestos, hombres que me atrevería a decir que son felices... pero ni un solo hombre del que pudiese afirmar con convencimiento que es un hombre sabio. No sé, quizá es que he escogido mal mis compañías. El reparar en esta ausencia me ha venido a raíz de la lectura de un estupendo artículo en Antes de la cenizas acerca del futuro –o tal vez presente- del sistema educativo, 2084. El ocaso del conocimiento. En general comparto la opinión de que en nuestra enseñanza secundaria –no digamos ya la primaria- hemos renunciado al conocimiento por otros asuntos –valores psico/sociológicos, por llamarles de alguna manera-. Creo que esta renuncia al conocimiento tiene como condición previa la renuncia al ideal de sabiduría, al ideal de hombre sabio. Los espejos de la realidad, la televisión y demás medios, nos muestran hombres y mujeres bellos, felices, honestos, alegres, prudentes.. pero ni un solo hombre sabio. Al levantar la vista de mi libro en el trabajo, o del plato de macarrones del menú en el restaurante, encuentro las mismas virtudes (de los defectos no hablamos hoy) felicidad, alegría, prudencia, honestidad... ¿dónde diablos se habrá metido la sabiduría?.
Si algún lector tuviese noticias, agradecería las indicaciones.
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