domingo, 19 de octubre de 2008

Tarde de domingo con poema.


Todo:

palabra impertinente y henchida de orgullo.
Habría que escribirla entre comillas.
Aparenta que nada se le escapa,
que reúne, abraza, recoge y tiene.
Y en lugar de eso,
no es más que un jirón de caos.

Todo. Wislawa Szymborska.


Otro domingo con ánimo metafísico –alguien dijo que el fútbol se inventó para hacer soportable el tedio de las tardes de domingo ¿o fue el amor?. Los antiguos griegos atribuían el genio filosófico al carácter melancólico; el preguntar supone el asombro, pero también la insatisfacción no-satisfecha de sí -y es necesaria en este caso la redundancia, pues esto distingue al filósofo del místico y del honrado comerciante; su propensión a hablar más de la cuenta, precisamente donde los otros han aprendido el callar. Tenía razón Kierkegaard cuando imaginaba al hombre superior del estado religioso bajo la apariencia del “salchichonero del piso de arriba”. Los filósofos , expertos en el disfraz –sobre todo los moralistas, o ciudadanistas que se les llamará a partir de ahora- no pueden, sin embargo, pasar ocultos; expertos como son en dar la nota discordante y en acuchillarse a sí mismos.

No puedo dejar de sonreir al recordar y reconocerme en las palabras de la poetisa polaca:

Pareces un espíritu
que intenta invocar a los vivos.


Otra tarde similar en Sala de espera.

1 comentario:

Anónima L. dijo...

Me han regalado un librito, hace un par de días, de esta mujer. Me hizo recordar que había estado paseando por algún blog salpicado aquí y allá de poemas, walking como una Anónima.

"Los filósofos,
expertos en dar la nota discordante
y en acuchillarse a sí mismos."

Y tanto.

Y alguno, tan tonto, porque la cosa no se queda ahí. Hay alguno que disimula. Alguno de vez en cuando lloriquea, como si en ningún momento hubiese reclamado para sí la etiqueta de filósofo.