El eventual lector no desconocerá a estas alturas el suceso acaecido en un instituto de Alicante. Un profesor detenido, esposado e incomunicado durante cuarenta y ocho horas acusado de hacer desaparecer unas cámaras de vigilancia en su instituto. Hoy sábado leo una entrevista al profesor, en ella reconoce los hechos, manifiesta mostrarse arrepentido de su acción y llega a dudar de si debe considerarse a sí mismo como un modelo educativo.
Merece la pena reflexionar sobre esto último. Sospecho que aquellos que abogan por colocar cámaras en la centros y aquellos que las toleran sin rechistar no tienen ninguna duda acerca de su propia bondad paradigmática. Es digno de hacerse notar la facilidad con que se propagan las actitudes paternalistas, vigilantes de nuestro bien, (de forma incidental señalaré que cualquier tirano, tiranuelo o tiranillo se presenta siempre a sí mismo como benefactor). Pero volvamos a nuestras cámaras; cuando se propone una medida como ésta –colocar un sistema de vigilancia- es muy complicado oponerse a ella de forma eficaz; quien se opone a una medida tal, se convierte en el acto en sospechoso “algo quiere ocultar”, pero quien defiende la medida muestra ufano su torso desnudo y nos dice “yo nada tengo que ocultar, por mí pongan tantas cámaras como quieran” y así, democráticamente , se van colocando cámaras, y una tras otra se aprueban todas las medidas que disipen sospechas, que reduzcan riesgos –cualquier riesgo, hasta el más ridículo. Hasta hace, poco mas o menos, diez años las puertas de casi todos los institutos de España estaban abiertas, se consideraba natural que así fuese, que se saliese por la puerta y no saltando la verja, que un alumno se comprase el bocadillo en el bar de la esquina si así le apetecía; hoy las puertas están cerradas, y se escuchan argumentos peregrinos –el más gracioso es ese que aduce como razón que la enseñanza es obligatoria, curiosa lógica; habría que contarlo con acento catalán “sabes ese que diu “ - otros no son tan graciosos, pero muy socorridos: ¡y si le pisa un coche qué..!, parece que a un adolescente de trece años no se le puede suponer –ni exigir- que sea capaz de manejarse en el tráfico de un ciudad –o pueblo, lo mismo da. En su día, las puertas comenzaron a cerrarse sensatamente en zonas conflictivas, grandes ciudades, y se pretendía con ello impedir la entrada a elementos peligrosos o no deseables. La sensatez inicial se ha , empero, olvidado y hoy se vigilan las puertas y las verjas de un instituto como si de una guardería se tratase.
A veces, algunos raros días, la luz incide sobre estas verjas y puertas de una manera especial, y uno creer percibir reflejos tenebrosos. Se pasa pronto, suele ser un instante, uno se recompone rápido y se dice “no fue nada” o “se me nubló la mente”. Y también esos raros días, uno ve pasos firmes, torso desnudos y cree adivinar brillos extraños, olores antiguos... Esos días raros ¡que los carga el diablo!.
Acabemos con un poema -así no habremos perdido del todo el tiempo.
El ratonero no tiene nada que reprocharse.
Los escrúpulos le son ajenos a la pantera negra.
No dudan de lo apropiado de sus actos las pirañas.
El crótalo se acepta sin complejos a sí mismo.
No existe un chacal autocrítico.
El tábano, la langosta, la tenia y el caimán
viven como viven y así están satisfechos.
De cien kilos es el corazón de la orca,
pero no le pesa.
Nada más animal
que una conciencia limpia
en el tercer planeta del sol.
Elogio de la mala conciencia de uno mismo. Wislawa Szymborska.
Para saber más : Controlados y El gesto.
9 comentarios:
Llevo todo el día pensando en este asunto. Con intermitencias, claro, pero me va y me viene desde esta mañana. A estas horas, y después de haber buscado entre blogs y periódicos para centrarme en los hechos, creo que debemos distinguir dos planos: por un lado el episodio de Luis Leante, y por otro lado el problema de la videovigilancia.
Sobre el primero las informaciones son confusas. Unas fuentes dicen que las cámaras se pusieron sin avisar a nadie, otras que fueron aprobadas por el Consejo escolar (hay bastante diferencia entre una situación y la otra). Otras hablan de acoso a Leante por parte de la directiva, de enemistades que venían de atrás. He leído también que la cámara estaba en el pasillo, pero que el departamento de latín tenía una ventana en lo alto de la pared po donde la cámara podía "mirar" (si es así, espero que se debiera a un error de quien eligió el lugar para colocarla). No puedo juzgar. Sencillamente me faltan datos precisos y necesarios (y a quienes lo han proclamado héroe o martir también les faltan, por cierto).
En todo caso, a mí me ha asombrado mucho más la invocación a Orwell o a Foucault (por lo del panóptico de Bentham) por parte de varios blogs, sobre todo de profesores. Bien, me parece una desmesura. Existen dos libros: el libro sagrado y el libro del mundo... etc. Pues bien, algunos están invocando 1984 como una especie de evidencia sagrada y, lo que es peor, ese gesto les está impidiendo mirar el libro del mundo, o sea, los datos empíricos desde los cuales abordar el problema de la videovigilancia.
¿Cómo son esos sistemas? ¿Qué garantías legales existen hoy para conciliar la vigilancia con el derecho a la intimidad? ¿Qué opina la mayoría de los ciudadanos sobre el tema? ¿Es verdad que las cámaras graban en un disco duro que nadie ve salvo si ocurre algún hecho grave, con lo que no hay mucho que temer? ¿Sería sencillo adoptar un sistema para que se necesitaran al menos dos personas para leer los datos de la cámara? ¿Es verdad que los registros se borran al poco tiempo para que la cámara vuelva a guardar nuevas imágenes en el disco duro? Etc.
Todas estas cuestiones deben tenerse en cuenta, pues influirán necesariamente en la aceptación o no de la videovigilancia, o en las condiciones que pongamos a la misma. Y se trata de datos técnicos bastante simples, y bastante alejados de las grandes elucubraciones filosóficas. ÇPero esos datos son más necesarios que Orwell a la hora de tomar decisiones sobre el tema. Lo que lamento es que casi nadie esté hablando de ellos, y que, en su lugar, se estén invocando las grandes recreaciones literarias del totalitarismo. Honradamente, me parece "demasié p'al cuerpo".
Confío en que la situación de Luis Leante se arregle de la mejor forma posible. No me parece tan grave lo que haya podido hacer. Pero también me gustaría que el debate sobre videovigilancia fuera lo más sereno posible y, sobre todo, que se apoye en los datos y en el sentido común más que en discursos "resistencialistas", "partisanos" y apocalípticos que sugieren algunas obras. No olvidemos que Orwell pensaba en la URSS de Stalin cuando escribió 1984. Lo siento por los pregoneros del apocalipsis pero, afortunadamente, nuestras democracias, incluso con la calle y los pasillos del instituto videovigilados, están muy lejos de cierta literatura.
Perdón por la extensión dle comentario.
Pascual
Primero advertirte que entre el autor del post en "Antes de las cenizas" y un servidor existe una relación muy próxima -espero que no sea un caso grave de bicefalia-, hago esta aclaración porque no me parecería muy ético ocultártela. -Antes de las cenizas es blog colectivo-
Lo segundo, me parece muy oportuna tu apelación a la cuestión legal.
Pero aparte de la letra de las leyes, también son reales ciertas actitudes mentales, y realmente yo no veo que las deficiencias que aquejan nuestro sistema educativo se solucionen con videocámaras... y cuando las videocámaras se añaden a esas puertas cerradas, pues yo creo que es síntoma de que algo no va bien y que no lo estamos abordando de manera correcta.
Y no se trata de invocar a Foucault, ni a Orwell (tampoco podemos ignorarlos). Pero a mí el sentido común me dicta que un chico de 17 años puede elegir si se tomarse el bocadillo en el bar del insti o en el bar de la esquina. Y que el problema, pongamos por caso del acoso, no se resuelve con videocámaras..
Y lo de Leante, pues no sé... pero dado el papanatismo reinante, me resulta empático -compasión, simpatía- y más cuando piensas en lo que le puede venir encima.
Puedo entender su reacción y su situación.
Se agradecen los comentarios, cuanto más largos mejor (pero tú verás en que ocupas tu tiempo).
Saludos
Es lamentable. Las cámaras lo único que producen es eso: personajes perfectamente sanos que pasan por enfermos.
En el mío se pasan de todo por la valla y llegan a clase blancos y borrachos. Hay tres de catorce que beben ginebra antes de entrar en clase. Recuerdo otro de los míos que llevaba vino en la mochila y se metía en plástica con una sonrisa idiota y armando jaleo. Doce años. Una cría, también de doce, se me mareó en el taller de tecnología, con las herramientas bien cerca de su tierna cabeza. Me asusté un poco. El jefe de estudios dijo "igual es la regla, mujer...".
La cámara... ¿vigilancia? Yo creo que sólo iba a servir para registrar los comentarios del profe. Entre otros, te cuento el "peor" de todos los que le hice a la "niña": "Si te da por los porros, a partir de las 14:00 y fuera del instituto. Que sea la última vez que te metes en mi clase así. Eso, que lo maneje tu madre."
- "No se lo cuentes a mi madre, que me manda con mi padre"-
- "Eso es cosa tuya".
Lo más probable es que, de haber tenido cámaras, alguien me hubiera denunciado por el comentario. No soy un paradigma para la educación, seguramente. Aunque no haya arrancado ninguna cámara. No soy un ejemplo.
Para eso están. Las cámaras. Para tener una prueba de que no somos un ejemplo.
--
¿Días raros? Mis compañeros de 60 años y 30 de docencia hablan de sus días raros y tenebrosos todas las mañanas.
Anónima
Sospecho que tienes razón cuando dices que los únicos con responsabilidades ante lo que mostrasen las cámaras íbamos a ser los profesores.
Parece que es fino tu insti eh?
Aprovecha lo que queda de finde...
Saludos
Pascual González es comprensivo con las cámaras de videovigilancia. No son tan malvadas. Pongámoslas en los institutos, en los pasillos, en las aulas, en las salas de profesores, en los despachos de dirección, en las aulas, en los cruces de calles, en las reuniones de vecinos, en los bares, en las tiendas, en los hogares... Seguro que alguien se puede sentir protegido con una cámara delante. Orwell apuntaba a la Unión Soviética, es cierto, pero Orwell era un visionario, su obra no sólo habla de ese país, ya extinto, habla de un mundo dividido en bloques en el que la verdad se cambia a tenor de las necesidades del poder, habla de un neolenguaje en el que progresivamente se van eliminando matices que vehiculan el pensamiento, habla de cámaras que controlan la vida de los ciudadanos. Es posible que ahora estas cámaras de que hablamos no estén en manos de funcionarios grises y que sólo almacenen su información en discos duros, pero el sistema está montado. Temo el futuro. Soy aficionado a la ficción científica. En un tiempo no muy alejado existieron un tal Hitler, un tal Stalin, un tal Pol Pot, un tal Franco, un tal Enver Hoxa... ¿Es improbable el retorno de esas situaciones? ¿Qué sería el mundo con una población en esas condiciones ya habituados a ser observados por cámaras sumisamente que es lo que está pasando? ¿Estamos preparándonos para el porvenir? Es posible que sea apocalíptico todo lo contrario de nuestro racional Pascual González, que tiene razón en su valoración sensata y tranquila de la videovigilancia, pero yo sigo pensando que lo que dijo Orwell no sólo atañía a la URSS. El habló de un mundo dividido en bloques cuyas alianzas iban cambiando en función de las circunstancias. Él habló de algo que era visionario. ¿Tendría razón? ¿Era un histérico? ¿Un apocalíptico? Espero que el señor Pascual González tenga razón y que todo sea tan inocente como el piensa. Un cordial saludo.
PAscual González no es comprensivo con las cámaras de seguridad instaladas en cualquier lugar. Aquí hablamos de cámaras en los pasillos, una de las cuales resultó que filmaba dentro de un departamento a través de una ventana interior de éste (o eso es lo que he sacado en claro por lo que he leído aquí o allá). Luego Joselu me atribuye lo que no he dicho.
Pero lo importante es que un asituación así, o sea, la de una cámara instalado en un lugar impropio (por alcanzar dentro de un departamento a pesar de estar colocada en un pasillo) puede solucionarse en la mayoría de los centros simplemente aplicando una dosis razonable de sentido común por parte de los afectados y de la dirección. Otra cosa es que alguna de las partes (y me da igual si una, la otra o ambas) optan por echar "popr la senda de enmedio", como dicen los castizos. La falta de sentido común, por cierto, es frecuentemente fuente de grandes sufrimientos, aunque lamentablemente no han tenido a su Orwell para que plasmase esos peligros en alguna novela inmortal.
Pero a lo que iba: Pascual González no está defendiendo un estado televigilado. Tan sólo reconoce la utilidad de la televigilancia usada de forma razonable, así como el no anunciar al apocalipsis totalitario antes de tiempo.
Bueno, bueno.. Pascual, Joselu y anónima, ¡qué fin de semana nos traemos de cámaras, Orwell y vigilancia!
Descansad que el lunes asoma... vigilante y cruel.
Yo me he comprado un pasamontañas. Sólo me lo quito en los claustros. Pero todos, cuando vean la "A" grabada con tiza caliente en las frentes de mis alumnos, entenderán quién soy y cuál es mi misión en el instituto.
Mañana: feliz lunes lectivo a todos los docentes.
¡Y a enseñar, leñe, y a dejarse de llantos! Que nos vamos a hundir unos a otros con tanto miedo.
(Creo)
Premio limonada para Serenus.
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