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La
SFPA nos invita a iniciar una reflexión con motivo de la conmemoración del segundo centenario del nacimiento de
Darwin. Este blog quiere colaborar modestamente con esta interesante iniciativa de esta sociedad de filosofía [
le recuerdo a alguien –él sabe a quién me refiero- que tiene un meme pendiente]Uno no nació leyendo a
Heidegger y
Hölderlin. Un servidor confiesa ser darwinista desde que tiene uso de razón; anteriormente había ejercido de cabal ornitocida, y el tránsito de la sentimental barbarie a la civilización lo hice en la compañía de
Jack London, experimentando en los paisajes helados de
Alaska y el
Ártico la violenta pugna entre lo salvaje y la civilización, la crueldad y la compasión, la moral y el instinto. Con estos antecedentes comprenderá el lector que nunca me resultaron ajenos los conceptos básicos del darwinismo; la selección natural, la lucha por la supervivencia, la supervivencia de los más aptos –a pesar de los esfuerzos de las catequesis dominicales de aquellos años-.Con estos precedentes tampoco es de extrañar mi predisposición empática hacia
Nietzsche y
Konrad Lorenz. Del segundo apenas guardo algunos recuerdos anecdóticos, dispersos, gratos y lejanos, acerca de la crueldad de las tórtolas, de sus hijos enjaulados –los de
Lorenz-, de sus perros mestizos de lobo siberiano y chow-chow (sus perros favoritos), aprendí con
Lorenz de lo falaz y absurdo de la opinión de aquellos que dicen preferir como animal de compañía los gatos a los perros, salvo que también prefieran los peces, y aún las piedras a las flores. Ya pueden comprobar que no son de gran profundidad teórica mis noticias acerca de
Lorenz; pero estos detalles son quizá los más relevantes para nuestra propia evolución personal, tan azarosa y ausente de finalidad predeterminada como la propia evolución natural. A
Nietzsche, el filósofo que enraíza la crítica kantiana y el sujeto trascendental en la naturaleza y la vida, le resulta grata la idea de una naturaleza que cambia a través del azar, de la lucha, del conflicto, pero le aparta del darvinismo la noción de adaptación; la adaptación al medio es para
Nietzsche un síntoma de la vida debilitada, enferma; la vida en su plenitud es, en cambio, dominio de lo otro y también desbordamiento y aniquilación –incluso de sí-, no es conservación sino derroche y devastación. A
Nietzsche, romántico a su pesar, la adaptación al medio debió sonarle a concepto propio de cajas de ahorros y pequeños comerciantes, grato a los “últimos hombres” pero no al más genuino y lejano:
Der Übermensch..
Hace unos años cayó en mis manos
Reconstruyendo a Darwin de
Javier Sampedro -que ahora releo- y que me permitió conocer a
Lynn Margulis cuya
Teoría de la endosimbiosis seriada consiguió emocionarme con su explicación del accidentado nacimiento de la célula eucariota; las omnipresentes bacterias tenían un destino más alto, pero sería producto del azar –accidental en el más vulgar sentido del término. Una bacteria del grupo espiroqueta –con forma de sacacorchos- colisionó con una bacteria Thermoplasma (de la familia de las arqueas) a la cual penetró fusionándose y uniendo su información genética, un segundo accidente con otra bacteria (precursor de las mitocondrias) acabó por dar lugar a la primera célula de la que proceden todos los animales y hongos. Sería necesaria una nueva colisión con una cianobacteria (bacteria fotosintética) para que se formase el precursor de todas las plantas. Una historia de accidentes, de choques y perforaciones, de embuches y atracones. Hoy, como entonces, mi deficiente formación científica -mi escasa familiaridad con la genética moderna- me impide seguir con provecho algunos capítulos del libro de
Sampedro dedicados a la evolución modular [especialmente los dedicados a los
genes Hox y a
Urbilateria]. Son bastante claras, sin embargo, sus explicaciones respecto a la
Teoría del equilibrio puntuado de
Stephen Jay Gould, y respecto a la aparentemente friki (quizá sólo aparentemente)
Teoría de la Panespermia dirigida defendida por
Francis Crick y
Leslie Orgel. Esperemos que las próximas actividades de la
SFPA sirvan a conocer mejor las nuevas aportaciones y el estado actual de las discusiones en teoría de la evolución.
He disfrutado mucho leyendo a
Hölderlin; pero sigo sin leer a
Heidegger. Paradójico, pues conocí al primero por el segundo. Lo que parece corroborar la complejidad y lo enrevesado de los mecanismos evolutivos frente aquella primera concepción ortodoxa de la evolución gradualista que operaría por selección y acumulación de pequeñas diferencias en un proceso progresivo y ascendente. ¿Será
Heidegger un ejemplar concreto de los denominados
monstruos esperanzados?.
Por mi parte invito a seguir la reflexión –y a enlazar con la
SFPA- a:
Profesor en secundaria y
Re(paso) de lengua. ¿Evolución en la literatura, en el arte, en la educación, en la personalidad?
Luis González que seguro que podrá hablarnos de/sobre/o desde/ esa extraña mutación y curiosa simbiosis que es la Tortuga Bicéfala y los Seres Vacíos.
A
Anónima; sin dirección conocida, quizá nos pueda dejar algún comentario.
Andrés Hurtado. Autopsia. El estilo y la voluntad.